El reiterado incumplimiento por parte de los países ricos de su compromiso de movilizar 100 000 millones de dólares para la financiación climática socava la confianza en las negociaciones y mina la acción climática

Publicado: 5th Junio 2023

Los sistemas de contabilidad sesgados no reflejan la realidad de la financiación climática aportada.

En un contexto marcado por el constante aumento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y donde los devastadores efectos del cambio climático afectan en mayor medida a las zonas y las personas que menos han contribuido a él, los países ricos (los principales contaminantes) llevan tres años sin alcanzar su compromiso de movilizar 100 000 millones de dólares anuales en concepto de financiación climática destinada a países de renta media y baja.

Por si fuera poco, según señala Oxfam, el apoyo que realmente ofrecen estos países es mucho menor que el que indican las cifras declaradas, además de concederse principalmente en forma de préstamos que debe reembolsarse.

El “Informe paralelo de 2023 sobre financiación climática” que Oxfam publica hoy revela que, si bien los donantes afirman haber movilizado 83 300 millones de dólares en 2020, el valor real de dicho gasto es, a lo sumo, de 24 500 millones de dólares. La cifra de 83 300 millones de dólares es una sobreestimación, ya que incluye proyectos en los que se ha exagerado el objetivo climático o los préstamos se han contabilizado según su valor nominal.

Al conceder préstamos en lugar de subvenciones, este tipo de fondos podrían incluso perjudicar a las comunidades locales en lugar de ayudarlas, puesto que agravan aún más la deuda en países que ya están fuertemente endeudados, especialmente teniendo en cuenta el aumento de los tipos de interés.

Los países donantes están reasignando a la financiación climática hasta un tercio de su contribución a la ayuda oficial en lugar de aportar financiación nueva y adicional, mientras más de la mitad del total de financiación climática que se destina a los países más pobres se concede en forma de préstamos.

Entre los países que aportan financiación climática bilateral, Francia es quien concede una mayor parte de la financiación pública en forma de préstamos, con un preocupante porcentaje del 92 %. Otros países que llevan a cabo esta cuestionable práctica son Austria (71 %), Japón (90 %), y España (88 %). En 2019-2020, el 90 % del total de financiación climática aportada por bancos multilaterales de desarrollo, como el Banco Mundial, se concedió en forma de préstamos.

“Es muy injusto. Los países ricos están menospreciando a los países más pobres, y esta es una actitud que socava profundamente la confianza en las negociaciones sobre el clima. Están jugando a un juego muy peligroso del que todos saldremos perdiendo”, afirma Nafkote Dabi, responsable de políticas sobre cambio climático de Oxfam Internacional.

Con motivo de la Cumbre sobre el Clima que se celebrará del 5 al 15 de junio en Bonn, Oxfam aprovecha a su vez para revelar que la financiación climática para el desarrollo carece ampliamente de perspectiva de género. Solo el 2,9 % del total de la financiación identifica como prioridad la igualdad de género. Tan solo un tercio de los proyectos de financiación climática en 2019-2020 transversalizaban la perspectiva de género, es decir, que tenían en cuenta las necesidades específicas, experiencias y preocupaciones tanto de mujeres como de hombres.

Oxfam estima que el valor real de los fondos asignados por los países ricos en 2020 a la financiación de medidas de respuesta al cambio climático en países de renta media y baja se encontraba entre los 21 000 y los 24 500 millones de dólares, de los cuales solo entre 9500 y 11 500 millones se destinaron específicamente a la adaptación climática; fondos que resultan vitales para implementar proyectos y procesos enfocados a ayudar a los países más vulnerables al cambio climático a abordar los efectos cada vez más graves del cambio climático.

“No nos engañemos pensando que a los países de renta media y baja les basta con 11 500 millones de dólares para ayudar a su población a hacer frente a inundaciones cada vez más frecuentes e intensas, así como huracanes, tormentas ígneas, sequías y otros terribles efectos del cambio climático”, añade Dabi. “La población estadounidense destina una cantidad cuatro veces mayor a alimentar a sus perros y gatos cada año”.

A Oxfam le preocupa en gran medida la escasa atención que recibe la financiación para la adaptación, especialmente cuando en los últimos tres años se han registrado olas de calor sin precedentes en India, Pakistán y América Central y del Sur (a las que, en el caso de Pakistán, siguieron graves inundaciones que afectaron a más de 33 millones de personas); al mismo tiempo, África del Este se enfrenta a la sequía más grave de los últimos 40 años, que ha contribuido a la actual crisis alimentaria.

“A pesar de la extrema vulnerabilidad que presentan ante estos impactos, los países más pobres del mundo, sobre todo aquellos menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, sencillamente no reciben el suficiente apoyo. Al contrario, su población soporta una deuda que no deja de aumentar”, concluye Dabi.

La expectativa de que los países de renta media y baja sean capaces de movilizar a inversores privados para que contribuyan significativamente a la financiación climática no se ha materializado, y dichos países únicamente reciben de esta manera 14 000 millones de dólares anuales, que se destinan principalmente a medidas de mitigación.

Oxfam afirma que es complicado conocer con precisión la manera en que se utiliza o quién se beneficia de esta financiación. Según un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la financiación privada movilizada para fines de adaptación aumentó significativamente de 1900 millones de dólares en 2018 a 4400 millones en 2020. Este aumento se debe principalmente a la financiación de un gran proyecto energético de gas natural licuado en Mozambique, que no revela ninguna actividad de adaptación.

Oxfam ha mostrado su preocupación por el hecho de que la financiación aportada para afrontar las pérdidas y los daños (es decir, los impactos climáticos a los que no podemos o no hemos sido capaces de adaptarnos o de mitigar), continúe sin formar parte oficialmente de la arquitectura internacional de financiación climática. Existe una urgente necesidad de movilizar financiación para afrontar pérdidas y daños, dado que, según se estima, los países de renta media y baja podrían enfrentarse a costes de hasta 580 000 millones de dólares anuales de cara a 2030.

Oxfam afirma que las conversaciones que se han iniciado con motivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CCNUCC) sobre el nuevo objetivo de financiación para el período posterior a 2025 presentan una oportunidad para restablecer la confianza entre los países ricos y los países de renta media y baja. Sin embargo, si se repiten los mismos errores del pasado en lugar de solventarlos, esta iniciativa habrá fracasado antes de empezar.

Los proveedores de financiación climática deben aumentar considerablemente sus esfuerzos y declarar su financiación climática de manera detallada en base a cada proyecto, remarcando los porcentajes que se destinan a medidas de mitigación y adaptación. De la misma forma, es necesario que se destine urgentemente una mayor financiación a las medidas de respuesta al cambio climático mediante subvenciones, además de frenar la tendencia de los proveedores a conceder en forma de préstamos la suma que se han comprometido a aportar. 
 

Notas para editores

Aquí pueden descargar el informe de Oxfam “Informe paralelo de 2023 sobre financiación climática.”

Solamente en África del Este, la sequía y los conflictos han sumido a 36 millones de personas en una situación de hambre extrema: una cifra sin precedentes que equivale a la población de Canadá. Oxfam estima que hasta dos personas podrían estar perdiendo la vida cada minuto a causa del hambre en Etiopía, Kenya, Somalia y Sudán del Sur.

Actualmente, las Naciones Unidas califican de “países menos adelantados” a 46 Estados.

Según la OCDE, la financiación privada movilizada para medidas de adaptación aumentó significativamente de 1900 millones de dólares en 2018 a 4400 millones en 2020. Este aumento se debe principalmente a la financiación de un gran proyecto energético de gas natural licuado en Mozambique, que no revela ninguna actividad de adaptación.

Según Anil Markandya y Mikel González-Eguino (2018), el coste de las pérdidas y daños en países de renta media y baja podría alcanzar entre los 290 000 y los 580 000 millones de dólares anuales de cara a 2030.

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