La noche del 14 al 15 de marzo de 2019, el ciclón Idai tomó tierra en Beira (Mozambique) cobrándose la vida de más de mil personas en Mozambique, Malawi y Zimbabue, y dejando a 2,6 millones en situación de emergencia.
Los catastróficos daños provocados por los fuertes vientos y las inundaciones destruyeron reservas de semillas y cosechas enteras. Millones de personas perdieron sus casas y sus medios de vida.
Casi un año después, más de 8,7 millones de personas carecen de alimentos o agua suficiente para salir adelante, y más de 100 000 personas continúan viviendo en refugios temporales en Mozambique.
Crisis climáticas
El ciclón Idai no fue un desastre aislado. Una serie de fenómenos meteorológicos cada vez más extremos y frecuentes magnificaron su impacto. Antes del paso del ciclón Idai, una sequía provocada por El Niño e intensificada por el cambio climático ya asolaba el sur de África desde hacía meses, lo que a su vez volvió el terreno más susceptible a inundaciones.
Seis semanas después del ciclón Idai, el ciclón Kenneth golpeó la costa norte de Mozambique. Por primera vez desde que existen registros, dos ciclones tropicales golpeaban Mozambique en una misma estación.
Aumento de la desigualdad
Los desastres climáticos son devastadores para todas las personas. Sin embargo, las desigualdades (por motivos de género y entre personas ricas y pobres) a menudo se agravan en tiempos de crisis, por lo que su impacto es muy diferente no solo entre las comunidades sino dentro de ellas también.
Las personas que viven en la pobreza son siempre las más perjudicadas. En Beira, una ciudad diezmada por el ciclón Idai, las personas más afectadas fueron aquellas que vivían en casas de construcción deficiente, vulnerables a las inundaciones y los fuertes vientos provocados por el ciclón.
Las mujeres y las niñas además se enfrentan a una amenaza adicional. El trabajo de cuidados no remunerado que recae sobre ellas resultó afectado por la tormenta. Ahora se ven obligadas a recorrer distancias mayores hasta los puntos de suministro de agua y las instalaciones de saneamiento, lo que incrementa su riesgo de sufrir violencia de género. Dado que muy pocas mujeres poseen títulos de propiedad de tierras oficiales, cuando por fin es posible que regresen de forma segura a sus hogares, su capacidad para proteger sus tierras es menor.
Actualmente Oxfam trabaja para ayudar a las comunidades a adaptarse a los cambios en el clima, por ejemplo, ayudando a las familias agricultoras a adaptar sus técnicas y diversificar sus cultivos.
Ahora, cuando se cumplen 12 meses del paso del ciclón Idai, queremos mostrar nuestra solidaridad con todas las comunidades que aún se están recuperando y celebrar la labor de las mujeres que, pese haberlo perdido todo, siguen trabajando sin descanso para ayudarse mutuamente y así recuperar sus vidas.
#ActuemosPorElClima
La crisis climática ya está devastando las vidas de millones de personas, y las personas que menos han contribuido a ella son las más afectadas.
Todas y todos tenemos un papel que desempeñar, y debemos actuar ya.
Únete a nuestra comunidad global para #ActuarPorElClima y abordar el mayor desafío al que se ha enfrentado la humanidad.