Documento de posición de Oxfam Internacional para el proceso de Naciones Unidas sobre financiación para el desarrollo.
La Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FpD4)2 debe abordar la crisis de desigualdad extrema que afecta a las personas y al planeta. El 1 % más rico acumula la misma riqueza que el 95 % de la humanidad,3 mientras los procesos decisorios globales siguen reproduciendo los mismos patrones colonialistas de relaciones de poder que dejan atrás a miles de millones de personas y bloquean reformas multilaterales.
La desigualdad se produce en dos frentes, el nacional y el global. La brecha entre los más ricos y el resto a nivel nacional es muy alta o va en aumento en la mayoría de los países. Simultáneamente, la brecha entre los países más ricos y el Sur Global aumentó bruscamente como consecuencia de la COVID-19 y las subsiguientes crisis económica y de la deuda, y sigue siendo inaceptablemente alta.
A su vez, esta enorme desigualdad económica entre los países y dentro de ellos se nutre y agrava otras desigualdades que se entrecruzan, como la climática, la de género, la racial y la colonial. La desigualdad económica se convierte en desigualdad política y, al hacerlo, socava la política, excluyendo a la mayoría de la toma de decisiones, alimentando la aparición de la polarización política y de élites que no rinden cuentas.
Esta desigualdad política es clave para entender los bloqueos existentes en diferentes procesos multilaterales, la cantidad y calidad de la financiación del Sur Global y la perpetuación de un sistema económico que se nutre de la explotación de la mano de obra, las mujeres y los recursos naturales del Sur. Una excesiva concentración de poder y riqueza unos pocos superricos y corporaciones les permite moldear las reglas globales a su favor, poniendo en riesgo la provisión de bienes públicos para la mayoría de la ciudadanía y el bienestar planetario. Esta exclusión de los gobiernos del Sur Global y de las voces de la sociedad civil bloquea reformas progresistas en áreas clave como ayuda, deuda, fiscalidad o financiación climática.
De ahí que cualquier acción en materia de financiación deba abordar tanto la desigualdad nacional como la global, y hacer frente a las desigualdades económicas, sociales y políticas.