A mediados de 2011, una terrible crisis alimentaria azotó África oriental. En Somalia se declaró la primera hambruna del siglo XXI. Se estima que la crisis afectó a 13 millones de personas en Etiopía, Kenia y Somalia. Innumerables personas perdieron sus cosechas, su ganado y sus medios de vida y se estima que la hambruna provocó decenas de miles de víctimas mortales en Somalia.
"El ganado es nuestra principal fuente de ingresos, pero está muriendo", explicaba Hanura Awalay entonces. "No hay pasto, ni grano, ni nada con lo que podamos alimentarlo durante la época seca. Todo escasea debido a la sequía. No sabemos qué hacer". Hanura Awalay vive en una comunidad remota en el área de Shinile, en Somali, la región más oriental de Etiopía.
Sabíamos que la ayuda de emergencia no era suficiente
Desde Oxfam respondimos de forma inmediata, proporcionando alimentos y agua y distribuyendo equipos para el refugio y kits de higiene entre las miles de personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Gracias a las generosas contribuciones de nuestros colaboradores y colaboradoras, pudimos asistir a más de 2,8 millones de personas. Aunque esta ayuda resultaba crucial, sabíamos que no era suficiente. Pusimos en marcha proyectos a largo plazo para reconstruir las vidas y recuperar los medios de subsistencia de los habitantes de la región, y para ayudarles a responder en caso de que la crisis se repitiera. También hicimos un llamamiento a los Gobiernos y otros actores para que hicieran un mayor esfuerzo.
El objetivo de nuestros proyectos era combinar la ayuda más inmediata con labores de desarrollo sostenible a largo plazo. Excavamos pozos e instalamos sistemas motorizados para la provisión de agua para, así, garantizar el abastecimiento a las comunidades más remotas. Suministramos agua tratada a través de camiones, pusimos en marcha centros de alimentación terapéutica (en los que se valora el nivel de desnutrición en los niños y niñas y se proporciona tratamiento) y llevamos a cabo iniciativas de formación acerca de la importancia de prácticas de higiene esenciales como lavarse las manos.
"Este centro es extremadamente importante para nosotros. Sin él, cientos de niñas y niños habrían muerto de hambre", afirma Sahro, madre de cinco hijos, que recibió asistencia en uno de nuestros centros de alimentación terapéutica en Mogadiscio, gestionado por la organización local SAACID (que significa "la ayuda" en la lengua local).
Es posible prevenir una hambruna a gran escala
Para cuando en 2011 se declaró oficialmente la hambruna en Somalia y, finalmente, se puso a disposición la financiación y las medidas necesarias, ya se habían emitido 16 avisos de que existía una crisis en ciernes. En enero de 2012, publicamos una nota informativa junto a Save the Children en la que analizamos los factores que permitieron que la inicial sequía se convirtiese en una crisis alimentaria a gran escala y en una hambruna que afectó a 13 millones de personas. El informe recomendaba una serie de cambios de vital importancia en el enfoque de las organizaciones humanitarias internacionales a la hora de gestionar los riesgos y no las crisis. Asimismo, describía cómo fomentar la resiliencia de las comunidades para hacer frente a futuras crisis. El informe concluyó que es necesario tomar medidas decisivas con antelación y no simplemente responder una vez la crisis ya se ha producido; que todos los actores implicados deben trabajar para reducir el riesgo de sequía y desarrollar la resiliencia de las comunidades; y que es necesario combinar la ayuda humanitaria de emergencia con la ayuda al desarrollo para posibilitar la prevención de crisis antes de que sea demasiado tarde. Es necesario actuar con inmediatez ante las alertas tempranas, puesto que es mejor prevenir que curar.
"Responder una vez la crisis alimentaria se ha producido cuesta al menos el triple de lo que supone adoptar medidas preventivas", señala Enzo Vecchio, director de país de Oxfam en Somalia.