Resiliencia y desigualdad ante el riesgo
Es necesario adoptar una nueva estrategia frente al riesgo y la reducción de la pobreza. El riesgo aumenta más rápidamente que los esfuerzos por reducirlo. Muchos riesgos recaen en las personas que viven en la pobreza, y las mujeres son las que se llevan la peor parte.
En muchos lugares que sufren crisis recurrentes, la respuesta de los gobiernos y del sector humanitario internacional no es suficiente. La nueva atención dirigida al fortalecimiento de la resiliencia ofrece verdaderas esperanzas de que las mujeres y los hombres más pobres puedan prosperar pese a las crisis, los shocks y la incertidumbre –pero solo si el riesgo se distribuye de forma más equitativa entre la sociedad y a nivel mundial–. Para que esto suceda, se necesita un cambio significativo en el enfoque de desarrollo, el cual durante demasiado tiempo ha evitado abordar el riesgo. Y se necesita, sobre todo, cuestionar la desigualdad que hace que las personas pobres tengan una exposición al riesgo mucho mayor que las personas ricas.
Recomendaciones clave del informe:
- Los gobiernos nacionales deben liderar el fortalecimiento de la resiliencia y la reducción de la desigualdad. Deben integrar la reducción del riesgo en sus planes nacionales de desarrollo, en sus departamentos y ministerios.
- Los esfuerzos para fortalecer la resiliencia deben abordar la desigualdad, el poder y los derechos. Es necesario abordar las causas estructurales de las desigualdades de género y de ingresos que consolidan la vulnerabilidad.
- El trabajo de desarrollo debe internalizar el riesgo.
- Donantes internacionales, agencias de la ONU y ONG deben transformar su apoyo retórico al fortalecimiento de la resiliencia en actuaciones sostenibles, reduciendo las barreras institucionales que existen entre la labor humanitaria y de desarrollo.