Nuevas investigaciones revelan que existe una enorme brecha entre dónde tributan las grandes empresas y donde desarrollan realmente su actividad económica, su negocio. Tan sólo en 2012, las multinacionales estadounidenses trasladaron entre 500.000 y 700.000 millones de dólares de beneficios, fundamentalmente a países donde dichos beneficios no tributan, o lo hacen a tipos muy bajos. Los propios países del G20 se encuentran entre los principales perdedores.
Las medidas anunciadas recientemente por la OCDE dejan intactas las bases de un sistema fiscal fallido, y no ponen fin a la competencia a la baja en la tributación de grandes empresas. Los Gobiernos del G20 deben hacer más, y deben apoyar firmemente nuevas reformas.