Las Directrices sobre la tenencia son un primer paso, pero es necesario hacer mucho más para garantizar los derechos de las personas a la tierra.

Se ha dado un primer paso crucial, pero queda todavía un largo camino por delante hasta que se reconozcan y respeten plenamente los derechos de las personas a la tierra, la pesca y los bosques.

Reacción conjunta de las organizaciones de la sociedad civil respecto a las Directrices sobre la Tierra, la Pesca y los Bosques, aprobadas hoy por el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de las Naciones Unidas

Las organizaciones de la sociedad civil activamente implicadas en las negociaciones de las directrices creen que estas suponen un avance importante en la gestión de los recursos naturales y de la seguridad alimentaria. Las directrices son el resultado de discusiones de varios años entre gobiernos y representantes de la sociedad civil y reafirman principios de derechos humanos básicos como la dignidad humana, la no discriminación, la equidad y la justicia cuando se aplican a la tenencia. No obstante, se quedan cortas en temas que son vitales para las formas de subsistencia de los productores de alimentos a pequeña escala, puesto que no logran poner en tela de juicio suficientemente prácticas como el acaparamiento de tierras y de agua, que contribuyen a la inseguridad alimentaria, la violación de los derechos humanos y la degradación del medio ambiente.

Un proceso de negociación positivo

El nuevo instrumento desarrollado por el CSA reconoce de forma apropiada el papel clave de las mujeres, los campesinos, las comunidades de pescadores, los pastoralistas y los pueblos indígenas. El proceso de negociación en sí, que incluyó la consulta y participación de los movimientos sociales y otras organizaciones de la sociedad civil, ha de considerarse como un logro. Los representantes de los productores de alimentos a pequeña escala fueron invitados a expresar su opinión en todas las fases, llevando las experiencias reales de la vida a las negociaciones. El proceso demostró ser capaz de llevar al debate un amplio abanico de voces, facilitando así llegar a soluciones para temas complicados y polémicos, como la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques. Esta forma de trabajar debería servir como ejemplo para todo el sistema de las Naciones Unidas.

Las prioridades del texto no protegen a las comunidades más débiles

No obstante, las directrices se quedan cortas en varios temas cruciales, fracasando en su intento de ofrecer un conjunto amplio de normas para hacer frente de forma eficaz al acaparamiento generalizado de recursos naturales. El texto es demasiado débil a la hora de dar prioridad al apoyo crucial a los productores a pequeña escala, los cuales son la prioridad absoluta si los gobiernos quieren lograr el desarrollo sostenible. Es también decepcionante que las directrices no logren proteger más los derechos de los pueblos indígenas ya reconocidos por instrumentos internacionales y que no incluyan al agua como un recurso de la tierra.

Aunque las organizaciones de la sociedad civil no están de acuerdo con varias partes del texto, trabajarán para asegurar que las directrices se implementen de forma que fortalezcan los derechos de los productores de alimentos a pequeña escala y se comprometen a utilizarlas como una herramienta que les ayude a avanzar en sus luchas. Las OSC piden a los gobiernos y a las organizaciones intergubernamentales que implementen las directrices de forma eficaz y urgente para contribuir a una gobernanza sostenible y equitativa de los recursos naturales.

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