La crisis de alimentos actual podría empeorar dramáticamente porque décadas de descenso de la inversión en agricultura han limitado la capacidad de los países más pobres para hacer frente a las crisis económica y climática, según se desprende de un nuevo informe hecho público hoy por Oxfam Internacional.
El informe, “Invertir en la pequeña agricultura es rentable” (en inglés) esboza las consecuencias de la caída del 75% de la ayuda agrícola en los países en desarrollo durante las últimas décadas, lo que ha debilitado este sector vital. El informe también revela que dos terceras partes de los agricultores pobres del mundo, más de 1.700 millones de personas, han quedado al margen de las pocas inversiones que se han hecho . Se necesita más y mejor inversión.
“La inversión en agricultura en los países en desarrollo pasó de moda hace unas décadas, pero es un elemento crucial para la solución a largo plazo de la crisis de los alimentos, la financiera y la climática” , ha afirmado Emily Alpert, del programa de Oxfam para agricultura, quien ha señalado que más de 1.000 millones de personas en todo el mundo pasan hambre hoy.
Oxfam hace un llamamiento a los líderes de los países ricos, especialmente a los que van a asistir al G-8 en Italia el próximo mes, para que hagan que la ayuda al desarrollo agrícola vuelva al menos a los niveles de 1980, cuando se invertían 20.000 millones de dólares, en vez de los irrisorios 5.000 millones de dólares actuales . El informe señala que algunos países ricos siguen considerando estratégica su agricultura: sólo en 2007, el presupuesto de la UE para agricultura fue de 77.000 millones de dólares; los EEUU, por su parte, prevén gastar 61.700 millones de dólares anuales durante los próximos 10 años en su política agraria nacional, la denominada “Farm Bill”.
“Un incremento substancial en agricultura a largo plazo es calderilla en comparación con las inversiones actuales en los países ricos o con los billones de dólares gastados globalmente este año para el rescate financiero”, ha afirmado Alpert. “La caída de la inversión en agricultura en estas dos últimas décadas ha sido sin duda una de las causas subyacentes de la vulnerabilidad de los países pobres a la crisis de los alimentos. No podemos continuar yendo detrás de los desastres relacionados con el hambre. Necesitamos afrontar las causas subyacentes del hambre, la vulnerabilidad y la pobreza.”
El informe insta a los donantes, a los gobiernos nacionales y a los inversores del sector privado a invertir más y de manera más inteligente en la agricultura de los países en desarrollo. Les invita a concentrar las inversiones en la gente, sobre todo en las mujeres, para fomentar el capital social y de conocimiento, y para ayudarles a adoptar métodos agrícolas sostenibles.
“Las mujeres son clave para la seguridad alimentaria” , ha dicho Emily Alpert. “Al frente de cualquier solución para mejorar el crecimiento agrícola y para reducir la pobreza debe estar la inversión justa de acuerdo con las necesidades de las mujeres.”
Oxfam Internacional también pide que los fondos de los donantes sean predecibles, transparentes y no vinculados. El informe advierte contra el uso de cualquier “enfoque único”, que pretenda aplicar una misma receta para inversiones y asegura por el contrario que estas deben adecuarse a las condiciones de cada lugar, y decidirse de manera participativa, en función de la demanda de los pequeños agricultores. El informe dedica una especial atención a los agricultores y pastores en áreas marginales, que a menudo trabajan en entornos duros y remotos, y que no cuentan con acceso ni a los mercados ni a los servicios públicos como el crédito o la inversión agrícola. Estos agricultores y pastores se ocupan de conservar la biodiversidad de los cultivos y de gestionar algunos de los suelos más frágiles del mundo, y podrían ser aliados fundamentales en la lucha contra el cambio climático.
“A pesar de la percepción de que invertir en áreas marginales genera un bajo rendimiento económico para los donantes y el sector privado, invertir en la agricultura de los países pobres merece la pena por reducir la pobreza”, ha afirmado Emily Alpert. “Un sector agrícola sano actúa como multiplicador en las economías locales, y lleva al final a salarios más altos y a mercados rurales dinámicos, donde los agricultores y los trabajadores gastan sus ingresos.”