A pesar de las fuertes caídas de las emisiones de carbono en 2020 a causa de la pandemia de COVID-19, la crisis climática sigue agravándose. Los desastres climáticos extremos no han cesado (desde el ciclón Amphan en la India y Bangladesh hasta los incendios forestales que asolan los Estados Unidos) y las personas más pobres y marginadas son las que más sufren sus consecuencias.
El consumo excesivo de una minoría rica está alimentando esta crisis. La extrema desigualdad en materia de carbono está llevando al mundo al borde del colapso climático y nos acerca a superar el objetivo de 1,5 ºC del Acuerdo de París. Por ello, presentamos 5 razones por las que es necesario tomar medidas urgentes ahora si queremos detener el calentamiento global descontrolado y construir economías más justas dentro de los límites que nuestro planeta puede soportar.
1. En las últimas décadas, las emisiones de carbono han tocado techo.
La crisis climática es la consecuencia de la acumulación de emisiones en la atmósfera a lo largo del tiempo. Desde 1990 a 2015, las emisiones anuales de carbono a nivel mundial crecieron alrededor del 60 %, y el total de las emisiones añadidas a la atmósfera desde mediados del siglo XIX aumentó aproximadamente el doble.
Durante el año 2020, y con alrededor de 1 ºC de calentamiento global, el cambio climático ha alimentado ciclones mortales en la India y Bangladesh, enormes nubes de langostas que han arrasado con cosechas en toda África y olas de calor e incendios forestales sin precedentes en Australia y los Estados Unidos. El descenso de las emisiones debido a los confinamientos relacionados con el covid solo tendrá un minúsculo impacto si no se reducen más las emisiones.
2. La desigualdad de carbono nos está llevando al borde del desastre climático.
Mientras que muchas y muchos de nosotros disfrutamos del "privilegio del carbono", la mayoría del Planeta no puede hacerlo. Los 3 500 millones de personas más pobres del mundo contribuyen muy poco a las emisiones de carbono, y, sin embargo, son las más afectadas por sus consecuencias climáticas (inundaciones, tormentas y sequías).
La desigualdad extrema en materia de carbono es el resultado de las decisiones políticas que se han tomado en los últimos 20-30 años y una consecuencia directa de la larga búsqueda durante décadas de un crecimiento económico altamente desigual e intensivo en carbono por parte de nuestros Gobiernos.
El 10 % de las personas más ricas del mundo fueron responsables de más de la mitad del carbono añadido a la atmósfera entre 1990 y 2015.
Solo en estos 25 años, agotaron un tercio de nuestro presupuesto mundial restante de 1,5 ºC de carbono, en comparación con sólo el 4 % de la mitad más pobre de la población.
El 1 % más rico de la población mundial fue responsable de más del doble de la contaminación de carbono que los 3 100 millones de personas que constituyen la mitad más pobre de la humanidad.
Se tardó alrededor de 140 años para gastar 750 gigatoneladas del presupuesto mundial de carbono, y solo 25 años, de 1990 a 2015, para volver a utilizar más o menos la misma cantidad; más de la mitad de la cual está vinculada exclusivamente al consumo del 10 % más rico de la población.
Actualmente, la huella de consumo per cápita del 1 % más rico es unas 35 veces superior al objetivo de 2030, y más de 100 veces más alta que la del 50 % más pobre.
3. Existe un límite a la cantidad total de carbono que podemos emitir conjuntamente.
El "presupuesto de carbono" es la cantidad de dióxido de carbono que puede añadirse a la atmósfera sin provocar un aumento de las temperaturas mundiales por encima de 1,5 ºC, el objetivo establecido por los Gobiernos en el Acuerdo de París para evitar los peores impactos del cambio climático descontrolado.
En los últimos 20-30 años, ha habido un gran despilfarro en aras del aumento del consumo de las personas ya ricas, en lugar de sacar a la gente de la pobreza. Ahora, estamos peligrosamente cerca de alcanzar el límite de la cantidad total de carbono que podemos emitir en conjunto si queremos detener el calentamiento global desbocado.
Las restricciones relacionadas con la pandemia han hecho que este año disminuyan las emisiones mundiales, pero es probable que se recuperen y, a menos que sigan disminuyendo rápidamente, el presupuesto mundial de carbono de 1,5 ºC se habrá agotado totalmente para 2030. La desigualdad es tal que el 10 % más rico por sí solo agotaría este presupuesto completamente unos años después, incluso si las emisiones de todas las demás personas se redujeran a cero a partir de mañana.
La sequía y el conflicto son endémicos en la región de Somalia, y el cambio climático está causando lluvias impredecibles y menos frecuentes. La mayoría de las personas que se dedican a la ganadería han perdido su ganado y sobreviven gracias a la buena voluntad de sus parientes y a la solidaridad tribal. Desde junio del año pasado, la región sufre una grave plaga de langostas.
La mayoría de los cultivos se han perdido o cosechado demasiado pronto en un intento desesperado por salvarlos. Las tierras de pasto para los camellos, vacas, cabras y ovejas son infértiles. La población está al borde de la hambruna y de una gran pérdida de ganado debido a la falta de alimentos. Foto: Petterik Wiggers/Oxfam
4. Las comunidades pobres y la juventud están pagando el precio más alto.
El crecimiento económico desigual frena las tasas de reducción de la pobreza. Pero todo esto tiene un coste añadido: significa que el presupuesto mundial de carbono se está agotando rápidamente, no con el propósito de elevar a toda la humanidad a un nivel de vida decente, sino en gran medida para ampliar el consumo de la minoría de las personas más ricas del mundo.
Se trata de una injusticia que sienten con la mayor crueldad dos grupos menos responsables de la crisis climática: las personas actualmente más pobres y vulnerables del mundo (que ya están luchando contra los impactos climáticos) y las generaciones futuras que heredarán un presupuesto de carbono agotado y un clima todavía más peligroso.
5. Los gobiernos han demostrado que pueden ser radicales cuando no hay otra opción.
Durante la pandemia de COVID-19, los Gobiernos y las empresas han demostrado que podían aplicar cambios antes impensables frente a una amenaza inminente: los vuelos se paralizaron, aparecieron nuevos carriles bici en las ciudades y el teletrabajo redujo la congestión del tráfico.
Si nos unimos y actuamos con rapidez, podemos aprovechar este momento sin precedentes para actuar de forma diferente en nuestras propias vidas y empujar a nuestros Gobiernos a remodelar nuestras economías y construir un mañana mejor para todas y todos.
A medida que avanzamos en la recuperación de la pandemia, necesitamos una acción ambiciosa y de gran alcance contra el doble problema de la desigualdad y las crisis climáticas. Los Gobiernos tienen una oportunidad histórica y definitiva y deben actuar tanto para reducir las emisiones de las personas más ricas como para aumentar el apoyo a las más pobres.
Todavía queda esperanza si ponemos de nuestra parte
El privilegio del carbono ha llevado al mundo a una catástrofe climática. Ahora, la recuperación del COVID-19 debe abordar la doble crisis del clima y la desigualdad.
Únete a la comunidad que #ActúaPorElClima y pon de tu parte para luchar contra la crisis climática.