Más de 65 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia, a la persecución y a terribles conflictos. Además, millones más huyen de desastres naturales y de la pobreza. Ahora juntos podremos contribuir a asegurar que los líderes mundiales les garanticen seguridad, protección y un futuro digno. Firma nuestra petición.
Una crisis global
El mundo está viviendo la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 65 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia, a la persecución y a terribles conflictos. Además, millones más huyen de desastres naturales y de la pobreza.
En 2015, Europa vio cómo más de un millón de personas llegaba a sus fronteras tratando de escapar del terrible horror de la guerra y la violencia, o de una vida de miseria y privaciones. Muchas arriesgaron sus vidas en peligrosos viajes en busca de seguridad y protección.
Y, sin embargo, la mayor parte de las personas desplazadas y sus familias permanece en su propio país o se refugia en abarrotados campos de refugiados en países vecinos.
No se trata de refugiados o migrantes. Se trata de personas.
Detrás de estas enormes cifras que casi resultan imposibles de comprender se esconden dolorosas historias de personas que han visto cómo sus vidas se desmoronaban por causas ajenas a su control. Han perdido sus casas, sus empleos y a sus seres queridos.
En sus viajes tratando de escapar, a menudo las familias se ven separadas y los padres no consiguen localizar a sus hijos e hijas. Muchas lo han dejado todo atrás, llevando consigo apenas unas pocas posesiones o, simplemente, la ropa que llevaban puesta.
En muchos de los países en los que viven los refugiados:
- muchos no pueden trabajar de forma legal y se arriesgan a ser deportados o sancionados si se les sorprende tratando de ganarse la vida.
- numerosas personas carecen de medios para comprar productos básicos y muchas terminan viviendo en unas condiciones terriblemente precarias, sin suficiente agua o comida o un saneamiento adecuado.
- muchos niños y niñas no pueden asistir a la escuela. Esto podría suponer negar una educación a generaciones enteras.
- las mujeres, los niños y las niñas son especialmente vulnerables a ser víctimas de explotación.
A pesar de todo ello, muchas personas ni siquiera pueden plantearse la posibilidad de regresar a sus países porque sería demasiado peligroso.
Nuestros valores. Nuestras obligaciones legales. Nuestra responsabilidad.
La migración no es una amenaza que debemos combatir. Se trata de un fenómeno complejo que hemos de gestionar.
Desde Oxfam estamos ayudando a cientos de miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares para sobrevivir en todo el mundo, principalmente en África, Oriente Próximo y Europa. Pero esta crisis es demasiado grave como para que ningún país u organización pueda resolverla por sí mismo. Para proteger las vidas de las personas desplazadas, los Gobiernos de todo el mundo deben cumplir con su obligación y actuar de forma conjunta y responsable.
Sin embargo, los países más ricos del mundo están siendo incapaces de ayudar y proteger a estas personas en situación de grave vulnerabilidad o de defender sus derechos humanos fundamentales. Mientras, otros países más pobres acogen a la gran mayoría de la población refugiada a nivel mundial.
Los países ricos pueden y deben hacer un mayor esfuerzo por ayudar.
Haz que tu voz cuente
Todas las personas tenemos derecho a ser tratadas con dignidad y respeto. Pero cuando las personas se desplazan o migran, a menudo se ven en una situación de gran vulnerabilidad. Nuestros Gobiernos son responsables de garantizar su seguridad y protección y de cubrir sus necesidades básicas de comida, cobijo y asistencia sanitaria.
Por este motivo, desde Oxfam te animamos a que te unas a nuestro movimiento para alzar la voz por las personas obligadas a huir y exigir a los Gobiernos que asuman sus responsabilidades y aborden esta crisis.
Juntos podemos mostrar nuestra solidaridad con las personas sumidas en la pobreza por circunstancias que escapan a su control e impulsar un cambio. Juntos podemos asegurarnos de que los líderes mundiales les garanticen seguridad, protección y un futuro digno.