Cada día llegan de Turquía a la pequeña isla griega de Lesbos embarcaciones llenas de personas que huyen de la guerra y la pobreza. Tras pagar a los traficantes hasta casi 1.000 euros por persona, los tripulantes arriesgan sus vidas en un peligroso viaje sin garantías, a menudo de noche y bajo condiciones climáticas desfavorables.
Algunos tienen la suerte de llegar a las playas donde grupos de voluntarios de toda Europa los esperan, mientras que otros dan con acantilados inhóspitos y solitarios. Se estima que en 2015, más de 4.000 personas que intentaron realizar la travesía no llegaron a las costas griegas. Aquellas que lo logran son trasladadas al campo de Moria, donde reciben ayuda de ONG internacionales.
Oxfam comenzó su trabajo en Grecia en septiembre de 2015, al tiempo que la situación humanitaria de quienes llegaban desde Turquía empeoraba rápidamente. Hemos estado proporcionando comida y agua a los refugiados e inmigrantes, además de productos básicos como sacos de dormir, ropa de invierno y mantas. En el campamento de Moria en particular, las condiciones higiénicas y sanitarias son muy deficientes, por lo que pusimos en marcha la construcción de un bloque de letrinas.
Desde principios de 2016, cada día han llegado a las costas griegas una media de 1.700 personas.
Este pasado marzo, las autoridades griegas han transformado los centros de acogida de Moria en centros de detención, debido al gran aumento del número de personas. Los migrantes y refugiados están siendo retenidos a la espera de ser deportados de forma masiva a Turquía tras el acuerdo alcanzado entre este país y la Unión Europea*. La libertad de movimiento de las personas en Moria se ha restringido gravemente y el campo está ahora bajo la autoridad del Ministerio del Interior.
Además, se ha cerrado el paso fronterizo de Macedonia, al que habían estado llegando miles de personas procedentes del campamento de Moria con el objetivo de conseguir la autorización que les permitiese cruzar a pie hasta este país de la antigua República de Yugoslavia.
Actualmente, hay más de 50.000 refugiados atrapados en Grecia.
Las historias de Ahmed, Narmun y Sara: “No hay nada peor que vivir en una guerra”
Ahmed y Fatima** son de la ciudad de Hasaka (Siria). Junto a su hijo de 2 años y otras 42 personas, cogieron un bote desde Ezrin (Turquía) hasta la isla griega de Lesbos. 22 días antes habían abandonado su ciudad natal huyendo de la guerra.
“Somos agricultores, pero ya nadie puede seguir viviendo allí. No hay comida en las tiendas, no hay nada para comer”, cuenta Ahmed. Llegaron a Lesbos al amanecer tras ser rescatados por el servicio de guardacostas griego, que comenzó a operar en el mar Egeo hace unos días. Ahmed dice que no ha dormido en dos días, así que está agotado. No teme al futuro. Aquí se siente seguro. “No hay nada peor que vivir en una guerra”, dice.
Narmun, de 45 años, viaja con su mujer y sus siete hijos. El mayor tiene 15 años. Son yazidíes procedentes de Mosul (Irak). El yazidismo es una religión similar al cristianismo y sus creyentes son perseguidos allí. No pueden tener nada a su nombre. “Nos matan. Secuestran a nuestros hijos. A lo largo de la historia, a los yazidíes nos han intentado eliminar en 74 ocasiones. Hoy, cuando cruzamos el mar, fue como si lo intentaran por 75 vez”, añade Narmun.
Llegaron a Grecia por la noche en un bote con 60 personas, de las cuales 25 eran niños y niñas. “En el bote vimos la muerte”, dice Narmun. Les llevó tres horas cruzar el Egeo y estaban muy asustados. Pagaron 800 dólares por persona.
Mazen, de 30 años, es musulmán y Sara, de 19, es cristiana, por lo que su matrimonio no se considera aceptable en Siria. Sara dejó a su madre y sus dos hermanas en Siria. Su padre murió en la guerra. Estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Aleppo y Mazen trabajaba en una tienda de teléfonos móviles. Abandonaron la ciudad de Aleppo hace dos meses.
“Amamos nuestro país, pero no podemos seguir viviendo allí. Escuchamos bombas todo el tiempo. Cada minuto que pasa, hay una explosión. Me sorprendió la primera noche que pasamos en Turquía porque no se escuchó ningún bombardeo. Silencio total. Al principio, cuando veía los aviones, me asustaba”, dice Sara.
Cómo puedes ayudar
Igual que Ahmed, Fatima y Narmun, millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares. En lo que llevamos de año, más de medio millón han llegado a Europa.
El cierre de las fronteras y las deportaciones les están obligando a continuar su viaje de forma clandestina. Una vez se encuentran en manos de los traficantes, estas personas, ya de por sí vulnerables, quedan aún más fuera del alcance de la ayuda de los Gobiernos y de las ONG, y corren el riesgo de sufrir maltratos, explotación, esclavitud o violencia sexual.
Oxfam trabaja y proporciona ayuda en nueve de los diez principales países de origen delos migrantes y refugiados a nivel mundial. Pero necesitamos con urgencia tu ayuda para poder llegar a más personas afectadas por el conflicto en Siria, Jordania y Líbano, y también cerca de casa, en Grecia, Serbia, Macedonia e Italia.
*Oxfam ha cancelado recientemente todas sus operaciones en el campamento de Moria, en la isla griega de Lesbosen respuesta al maltrato que reciben las personas migrantes debido al reciente acuerdo alcanzado entre la UE y Turquía. Seguirá monitorizando el bienestar de aquellas personas que se encuentran en Moria y mantendrá un diálogo activo con las autoridades en Grecia y en la UE (última actualización del 29 de marzo).
**Se han cambiado todos los nombres por motivos de seguridad.
Fotos: Pablo Tosco/Oxfam Intermón