Garantizar que la próxima sequía no provoque otra crisis humanitaria
En 2010, más de diez millones de personas, en su mayoría mujeres, han sido víctimas de la falta de alimentos en el Sahel. Cerca de 500.000 niños gravemente desnutridos han tenido que ser atendidos entre enero y noviembre de 2010 en Níger, Chad, Malí y Burkina Faso. Los rebaños del Sahel se han visto muy diezmados. Las imágenes y los dramas del hambre han despertado los fantasmas de la crisis alimentaria de 2005 y las hambrunas de 1973-1974 y 1984-1985.
Desafortunadamente, esta situación no es nueva en el Sahel. Sus tasas de desnutrición crónica se encuentran entre las más elevadas del planeta. Las diferentes crisis que han golpeado esta región en las últimas décadas han contribuido a deteriorar los medios de vida de las comunidades y a hacerlos vulnerables desde un punto de vista económico y ecológico. Esta vulnerabilidad es compleja y está inextricablemente vinculada a la pobreza.
Hoy en día, es imposible prever las próximas lluvias con exactitud, pero es seguro que una próxima sequía llegará tarde o temprano. ¿Qué hacer para que ésta no produzca, una vez más, una catástrofe humanitaria? Dado que todos los actores implicados, incluyendo las ONG internacionales, deben reflexionar sobre su papel y la manera en que pueden mejorar las próximas respuestas, esta nota se propone examinar, a la luz de la crisis más reciente, cuáles son las lecciones que hay que aprovechar para mejorar la respuesta de la comunidad internacional antes, durante y después de las crisis alimentarias del Sahel.