Un paquete de rescate para retomar el rumbo de los ODM
Han transcurrido diez años desde que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se convirtiesen en el mayor compromiso de la historia por "un futuro más pacífico, más próspero y más justo". Desde entonces el avance es lento y muchos logros se han echado a perder a causa de las crisis alimentaria, energética y económica. A menos que se impulse urgentemente un paquete de rescate para acelerar su cumplimiento, es probable que estemos ante el mayor fracaso colectivo de la historia.
Junto con los objetivos en salud materna y en agua potable y saneamiento, el ODM 1 - erradicar la pobreza extrema y el hambre- es uno de los que va más desencaminado. Y su retraso pone en riesgo toda la iniciativa de los ODM. Por ello, reducir el hambre a la mitad debe ser una de las acciones prioritarias en la Cumbre de Naciones Unidas sobre los ODM en septiembre.
En 2009 el número de personas que se acuestan con hambre cada noche superó el récord de los mil millones -la mayoría niños, niñas y mujeres- en un mundo con capacidad de producir alimentos suficientes para todos. Décadas de abandono de la agricultura y políticas comerciales injustas han hundido la agricultura familiar, agravando el riesgo de sufrir hambre en el mundo en desarrollo. Así, la escalada de los precios en 2008 más los efectos de la recesión mundial arrastraron al hambre a 150 millones de personas más en sólo dos años.
Para reducir el hambre a la mitad en 2015, Oxfam recomienda a los gobiernos del Norte y del Sur y a las agencias internacionales:
- Coordinar acciones en una doble vía:
- a corto plazo: atender a las personas que padecen hambre mediante programas de nutrición, asistencia alimentaria y redes de protección;
- a largo plazo: fortalecer la resistencia y capacidad de producción, mejorar el funcionamiento de los mercados y establecer programas de protección social.
- Apoyar la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) como el principal foro de orientación política y coordinación de la acción mundial, abordando la gobernanza mundial de la alimentación y las causas estructurales del hambre y la malnutrición;
- Establecer un mecanismo de coordinación y rendición de cuentas para la financiación mundial, guiado por el CSA;
- Reconocer y fortalecer el papel fundamental de la mujer en la seguridad alimentaria y la nutrición;
- Regular los mercados internacionales de alimentos para reducir la especulación y la volatilidad de precios;
- Dar prioridad a las estructuras existentes, evitando la creación de nuevos mecanismos que fragmenten los esfuerzos contra el hambre.
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