La crisis de salud global pone de manifiesto la fragilidad de nuestro sistema alimentario. Las personas que trabajan en las cadenas de suministro globales del sector alimentario se encuentran en primera línea de la crisis del coronavirus.
Detrás de los alimentos que normalmente llenan los estantes de los supermercados, se esconden las personas que los cultivan, cosechan y envasan. La pandemia actual suma otra crisis más al estado casi permanente de crisis económica que rige sus vidas.
Ahora más que nunca, los supermercados y sus proveedores deben defender y proteger los derechos de todas las personas trabajadoras y productoras que arriesgan sus vidas para abastecer a los supermercados.
Desde 2018, la campaña de Oxfam Tras el precio se ha dedicado a ejercer influencia sobre los supermercados y los Gobiernos con el fin de mejorar las políticas y prácticas y proteger a estas trabajadoras y trabajadores "invisibles". La investigación de Oxfam reveló que los bajos salarios, las condiciones de trabajo inaceptables y los contratos inestables a menudo implican que estas personas viven en la pobreza sin poder acceder a los alimentos y a otros aspectos básicos como la atención médica o la educación.
Las mujeres pagan el precio más alto
Las normas de género profundamente arraigadas hacen que el impacto sea más grave para las mujeres, a quienes se niega el derecho a la propiedad de la tierra, tienen menos probabilidades de gozar de representación sindical, asumen la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado, y se enfrentan a la discriminación en materia de remuneración y de ascenso a puestos de mayor responsabilidad, además de la amenaza del acoso y la violencia sexuales.
Foto: Maria, trabajadora de la fruta en Brasil. Crédito: Tatiana Cardeal/Oxfam
Los trabajadores del sector alimentario, ante una mayor situación de pobreza y sufrimiento
Alrededor de un tercio del comercio mundial de alimentos proviene de países con ingresos bajos y medios. Las personas que trabajan en el sector alimentario de esos países son especialmente vulnerables a los impactos del coronavirus. En 2019, Oxfam se reunió con las trabajadoras y trabajadores de las plantaciones de té en Assam (India), que ganan aproximadamente 1,60 dólares al día por recoger y transportar 24 kg de hojas de té a lo largo de cada jornada laboral.
Desde que comenzó el confinamiento en la India el 25 de marzo, Oxfam India está trabajando con organizaciones socias y sindicatos para comprender el impacto del confinamiento en las personas que trabajan en la recolección de té. Los sindicatos de trabajadores y trabajadoras han informado de que las personas que se dedican a la cosecha del té se enfrentan a mayores dificultades, hambre y riesgos para la salud debido al confinamiento.
De entre las 14 plantaciones de té que visitó un sindicato, ningún trabajador ha cobrado su sueldo durante el período de confinamiento, y solo una plantación ha entregado a sus trabajadores y trabajadoras su ración de arroz.
Aunque la recolección del té se haya reanudado parcialmente en algunas plantaciones, el sindicato declaró a Oxfam que los y las responsables de las plantaciones no han facilitado las instalaciones adecuadas para el lavado de manos y la higiene. Por otro lado, en caso de que la plantilla enferme, la cuarentena es limitada y las instalaciones de salud escasas.
Exposición a pesticidas y fertilizantes
En 2019, Oxfam se reunió con Carlos (nombre ficticio), trabajador de una plantación de frutos tropicales en el noreste de Brasil que exporta a supermercados europeos. Carlos y otros miembros de la plantilla informaron de que padecían graves enfermedades cutáneas por trabajar con pesticidas y otros productos químicos sin la protección adecuada.
Es sabido que estos productos químicos pueden provocar problemas respiratorios, aumentando así el riesgo de las personas que contraigan el coronavirus. Los organizaciones socias de Oxfam en Brasil y Ecuador que trabajan con recolectores y recolectoras de fruta han informado de los posibles riesgos adicionales relacionados con el coronavirus a los que se enfrentan estas personas debido a los efectos de la exposición a largo plazo a los pesticidas y fertilizantes.
Los pequeños productores y productoras, que suelen vender sus artículos directamente a los mercados, ya han perdido su clientela a causa del cierre de los mercados en todo el mundo. Aquí, nuestra compañera cuenta cómo los bulliciosos mercados de alimentos de Delhi han quedado sumidos en el silencio al verse obligados a cerrar por las medidas de confinamiento. A medida que desaparecen los ingresos, las personas trabajadoras y productoras del sector alimentario se empobrecen aun más.
Restricciones de viaje
Más de un cuarto del trabajo agrícola global lo realizan trabajadores y trabajadoras migrantes. Las restricciones por el coronavirus hacen que las personas migrantes no puedan desplazarse para trabajar. Por toda Europa, las y los trabajadores agrícolas se enfrentan a la escasez de mano de obra debido a estas medidas. Algunos países están aplicando restricciones a la importación en un intento de asegurar el suministro a la ciudadanía, con la convicción de que esto ayudará a detener la propagación del virus.
Francia es un ejemplo de ello, lo que supone una amenaza para los medios de vida de las personas que trabajan en el sector alimentario en Marruecos, uno de los países de los que Francia se abastece. En Filipinas, el campesinado y las personas trabajadoras del sector alimentario se han enfrentado a controles y bloqueos para acceder a sus explotaciones agrícolas o lugares de trabajo, a pesar de poder viajar legalmente por su condición de personal esencial.
Los supermercados deben actuar para proteger a los trabajadores
Supermercados de todo el mundo trabajan al límite por asegurar que la población consumidora tenga acceso a los alimentos y otros productos esenciales. Sin embargo, cada uno ha adoptado diferentes enfoques hasta el momento. La cadena británica de supermercados Morrison se ha comprometido a pagar con carácter inmediato a sus pequeños productores y productoras para asegurar el flujo de efectivo. En cambio, en EE.UU. algunos miembros del personal de Amazon, la empresa matriz de los supermercados Whole Foods, han renunciado a su puesto de trabajo debido a la falta de compromiso en materia de protección.
Todavía queda esperanza
Los trabajadores y trabajadoras migrantes del sector alimentario, que ya se habían enfrentado a la explotación en los campos de cítricos del sur de Italia, están ahora vendiendo los productos de su cooperativa para alimentar a la población de Roma. Fairtrade ha modificado su iniciativa Fairtrade Premium para dotar de más dinero y equipos de protección a las personas que trabajan en sectores como la producción de flores y de plátanos.
En todo el mundo están surgiendo sistemas alimentarios alternativos para ayudar a alimentar a las personas en mayor situación de vulnerabilidad, desde los grupos de ayuda mutua en el Reino Unido hasta las líneas telefónicas de ayuda contra el hambre en la India.
Oxfam trabaja con los sindicatos y otras organizaciones socias en países productores de alimentos como Ecuador y Brasil para instar a los supermercados a que garanticen la seguridad de sus trabajadores y trabajadoras. En EE.UU., Oxfam está instando a los supermercados a proporcionar equipos de protección a sus plantillas. En Filipinas, Oxfam está dando visibilidad a los #FoodFrontliners: los trabajadores y trabajadoras del sector alimentario que abastecen al país.
Pero nadie está seguro hasta que todo el mundo lo esté, y eso incluye también a las personas que trabajan en este sector.
Francesca Carnibella, responsable de campañas sobre Justicia Climática y Alimentaria
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