Para las comunidades locales y los pueblos indígenas, los derechos sobre la tierra no son un concepto abstracto, sinó una cuestión de supervivencia. De hecho, las vidas de cerca de 2.500 millones de personas dependen de tierras indígenas y comunitarias, que suponen más del 50% de la tierra del planeta; sin embargo, legalmente sólo son dueñas de una quinta parte. Con demasiada frecuencia, sus derechos sobre la tierra son denegados o simplemente ignorados, dejándoles a merced de grandes empresas codiciosas o gobiernos. Esta situación tiene que parar.
En Honduras se está asesinando a miembros de la comunidad costera garífuna en nombre de los beneficios. Míriam Miranda soporta intimidaciones y amenazas de muerte por defender los derechos territoriales de su pueblo.
Conoce la historia de Míriam
Las comunidades garífunas afrohondureñas han vivido durante siglos en la costa norte de Honduras.
En sus celebraciones se puede oír a los hombres tocando tambores de madera mientras las mujeres bailan y cantan canciones sobre la historia de su pueblo. Esta es la historia de la integración de africanos occidentales en poblaciones indígenas caribes y arawacas, que viven de la agricultura en la costa caribeña de América Central.
Sin embargo, sus casas, sus tierras e incluso la madera de sus tambores se ven ahora amenazadas por las plantaciones de aceite de palma, los magnates inmobiliarios y los promotores turísticos, quienes, con el visto bueno del Gobierno, se están apoderando de sus tierras y explotándolas, lo que pone en peligro sus medios de vida.
Miriam Miranda es la indómita líder de la Organización Fraternal Negra Hondureña. Habla con pasión de su lucha por proteger las tierras garífunas y su identidad, enfatizando cada idea con sus manos. Nos cuenta “cómo las comunidades se están viendo desplazadas y cómo están desapareciendo culturas debido a la expansión del turismo y otras operaciones”.
Sin apenas hacer una pausa para respirar, añade: “sin embargo, las mujeres garífunas tenemos una fuerza increíble”.
Miriam se ha granjeado poderosos enemigos. Aún así, no se amedrenta al contarnos cómo la policía la agredió durante una protesta pacífica, qué se siente al ser etiquetada de “criminal” por el Estado y las amenazas de muerte que ha recibido. No son amenazas en vano: una de sus socias y amigas íntimas, la líder indígena lenca Berta Cáceres, que se oponía de manera activa a varios proyectos que amenazaban las tierras de su pueblo, fue asesinada en marzo.
Miriam y su comunidad piden al Gobierno de Honduras que apruebe una ley para garantizar que las comunidades locales tengan el derecho de aceptar o rechazar con libertad nuevos proyectos que afecten a sus tierras. A pesar del peligro, Miriam no se detendrá ante nada en su lucha, que va más allá de la tierra: una lucha por el futuro de la juventud.
Miriam está orgullosa de su identidad. Las mujeres garífunas como ella enseñan a sus hijos cuáles son sus orígenes “para que conozcan sus raíces sin avergonzarse de ellas”. Pero, para preservar la identidad de las futuras generaciones garífunas es fundamental defender sus tierras comunales y la biodiversidad que hay en ellas de los intereses de las grandes empresas que tratan de explotarlas.
Es el momento de actuar
Más de 100 activistas medioambientales han sido asesinados en Honduras en los últimos 6 años. Esto debe terminar. El gobierno hondureño y las intituciones financieras internacionales deben anteponer los derechos sobre la tierra de las comunidades indígenas a los beneficios. Apoya la campaña "Defiende la tierra" y firma la petición.