La más reciente escalada de violencia en Gaza y el sur de Israel ha acarreado un coste humano terrible. Han muerto más de 1.500 civiles en Gaza y seis en Israel. Más de 100.000 palestinos han perdido sus hogares y, en Gaza, se ha destruido infraestructura civil básica cuyo valor asciende a miles de millones de dólares. El recientemente anunciado alto el fuego es sin duda bienvenido, pero se trata solo del primer paso de un largo camino para lograr una paz duradera.
A menos que se alcancen soluciones a largo plazo que garanticen el crecimiento económico y el desarrollo sostenible de Gaza, no dejarán de sucederse frecuentes escaladas militares que redundarán en un aumento de la inseguridad tanto de israelíes como de palestinos. La política de separación aplicada por el Gobierno israelí, aislando política y físicamente a Gaza de Cisjordania, ha dado lugar a la fragmentación de los Territorios Palestinos Ocupados y constituye uno de los principales obstáculos para alcanzar una paz duradera.
El conflicto entre palestinos e israelíes necesita una solución política a largo plazo, que comience con un alto el fuego duradero, continúe con el fin del bloqueo a Gaza y concluya con una paz negociada basada en el derecho internacional.