La agencia internacional Oxfam ha advertido hoy de que la capacidad de respuesta del sistema humanitario internacional no será suficiente para hacer frente al aumento en el número de personas expuestas a futuras crisis si no se destinan más fondos a los países más vulnerables y se invierta más en prevención y reducción de riesgos ante posibles desastres.
En su nuevo informe, Crisis en un nuevo orden mundial, Oxfam señala que, aunque la respuesta de gobiernos y agencias a situaciones de emergencia ha mejorado notablemente, ésta sigue siendo aún insuficiente y tardía y, a menudo, obedece más a intereses políticos y mediáticos que a necesidades humanitarias.
“Para hacer frente a los retos que el sistema humanitario deberá afrontar será necesario pasar de lo global a lo local. Aunque ya podemos ver como el núcleo de la acción humanitaria se está desplazando del mundo occidental hacia niveles más locales y nacionales, es necesario acelerar este proceso. Las agencias de ayuda internacionales no pueden simplemente llegar, realizar algunos trabajos y marcharse. También deben asegurarse de que las personas y los países están mejor preparados para resistir ante futuras crisis. Contar con organizaciones locales sobre el terreno, preparadas para actuar, incrementará tanto la velocidad como la eficacia de la respuesta y, en última instancia, se salvará un mayor número de vidas”, afirma Jane Cocking, directora de acción humanitaria de Oxfam.
Este cambio será vital para hacer frente a un incremento significativo de la demanda de ayuda debido, entre otros factores, al aumento de los desastres ligados al clima y del número de personas expuestas a futuras crisis, debido al fracaso a la hora de resolver conflictos y apoyar a los países más vulnerables.
Aunque en una situación de emergencia la labor humanitaria resulta eficaz, es necesario poner un mayor énfasis en evitar que las crisis se agraven. No sólo se salvarían más vidas sino que también se ahorrarían fondos. De acuerdo con Naciones Unidas, se estima que salvar la vida de un niño desnutrido en Níger en 2005 costaba un dólar. Una vez que la crisis alimentaria alcanzó su punto álgido, la cifra se elevó a 80 dólares.
El informe asegura que durante este tiempo se ha focalizado muy poco el trabajo en prevenir y reducir el riesgo de desastres. En 2009, los programas de ayuda orientados a esta materia tan sólo constituían un 0,5% del total de la ayuda. Los gobiernos nacionales se han comprometido a incrementar sus esfuerzos en este ámbito, suscribiendo distintos acuerdos internacionales para la reducción de riesgos ante posibles desastres. Aunque muchos han desarrollado diversas leyes y políticas, pocos han emprendido acciones efectivas..
Bangladesh es un buen ejemplo de la importancia de esta labor. En 1991 un ciclón golpeó al país causando la muerte a 140.000 personas. En 2007, un ciclón de tamaño similar golpeó de nuevo a Bangladesh provocando la muerte a 3.406 personas. A pesar del elevado número de victimas mortales, éste fue significativamente inferior al de 1991 gracias, en parte, a los esfuerzos del gobierno por implementar sistemas de alerta temprana y evacuación.
Destinar más fondos a la prevención y reducción de riesgos ante posibles desastres es claramente necesario , pero no debe significar reducir la ayuda para respuestas de emergencia. No se trata de elegir entre una labor u otra. Aún serán necesarios más fondos para responder de forma inmediata a graves crisis humanitarias”, dice Cocking.
Según el documento, el futuro del sistema de ayuda humanitaria está lleno de desafíos. Garantizar la calidad de la ayuda y los principios que guían la acción humanitaria no será fácil.
Durante las últimas dos décadas se han realizado grandes esfuerzos por establecer unos estándares mínimos y garantizar la calidad de la ayuda humanitaria. Será necesario apoyar, y en algunos casos animar, a los gobiernos nacionales y las organizaciones locales a que se adhieran a dichos estándares.
El principal reto será respetar los principios de imparcialidad – ayuda basada en las necesidades – e independencia – no ligada a los intereses políticos. Muchos donantes occidentales tienden a centrarse en sus esferas de influencia e interés, que no siempre coinciden con las necesidades humanitarias más inmediatas. Los donantes “no occidentales” cada vez más destinan ayuda para operaciones de acción humanitaria, pero también ellos tienen sus propios intereses. Por ejemplo, en 2011 los países árabes y musulmanes donaron fondos de forma generosa a Somalia, Libia y Yemen. Estas decisiones reflejan las afinidades políticas y culturales pero ponen en duda la distribución de la ayuda en función de las necesidades humanitarias.
La participación de estos nuevos actores en el sistema humanitario planteará retos relacionados con la imparcialidad e independencia. Igualmente, la cada vez mayor participación del sector privado es bienvenida y aporta muchos beneficios, pero el hecho de que empresas lleven a cabo programas de ayuda pone en entredicho los principios humanitarios establecidos ante la duda de que puedan anteponer sus intereses comerciales a las necesidades en esta materia.
Más información
Bájate el informe: Crisis en un nuevo orden mundial
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