Los ministros de economía y los representantes de los Bancos Centrales de los páises del G20 se reunieron el pasado sábado en Londres para organizar la cumbre de finales de mes en Pittsburgh.
La crisis económica
Max Lawson, responsable general de incidencia política de Oxfam afirmaba que:
“Es muy decepcionante que los ministros de economía del G20 hayan puesto los beneficios de la banca por delante de las necesidades de millones de personas que sufren como consecuencia de la crisis económica.
Si el G20 tuviera el propósito real de que los bancos trabajasen a favor de las personas de a pie, se hubieran puesto de acuerdo para crear un impuesto mundial sobre las transacciones con cambio de divisa. Este impuesto podría recaudar unos 50 000 millones de dólares para ayudar a las personas que se han visto atrapadas en las redes de la pobreza por causa de la avaricia de la banca. Por lo que es hora de que la banca resarza a los más pobres.
Lo que ha sido positivo es que el G20, por primera vez, ha reconocido que es necesario un control de los paraísos fiscales desde una aproximación multilateral. Estas palabras llenas de razón tendrán que ser llevadas a efecto en Pittsburgh”.
El cambio climático
Robert Bailey, responsable general de incidencia política de Oxfam afirmaba que: “Se ha perdido otra gran oportunidad para llegar a un acuerdo y conseguir una provisión de fondos con la que ayudar a los pobres a adaptarse a las consecuencias del cambio climático, además de conseguir que los países en vías de desarrollo recorten sus emisiones de CO2.
Mientras que los países ricos se desentienden de sus responsabilidades, las negociaciones siguen estancadas, y se eterniza la consecución de un acuerdo mientras más y más personas sufren las inundaciones, recortes en la provisión de alimentos y fenómenos atmosféricos extremos debido al impacto del cambio climático”.