La cooperativa Tuzamurane se ubica en un pequeño pueblo situado en la cima de una colina en el distrito de Kirehe, en el este de Ruanda. Su nombre, Tuzamurane, significa literalmente "apoyarse mutuamente".
La cooperativa está especializada en la producción de piñas, cuyas pequeñas y puntiagudas plantas se pueden ver por todo Kirehe. Se creó hace 10 años con el apoyo de Oxfam, que proporcionó capacitación en horticultura a las mujeres y les facilitó acceso a mercados y a iniciativas de ahorro.
La agricultura es la principal fuente de ingresos para el 80% de los habitantes de Ruanda. Casi un tercio de los hogares que dependen de la agricultura están encabezados por mujeres, que suponen casi dos tercios de la mano de obra de las explotaciones familiares. Trabajan principalmente en la producción de cultivos de subsistencia a pequeña escala.
A pesar de ello, tienen escaso control sobre la venta de los cultivos y los ingresos que generan. En Ruanda, los hombres controlan la mayor parte de los activos agrícolas como la tierra, el ganado y las empresas relacionadas.
Valerie Mukangerero, de 53 años, trabaja en su granja de piñas en Rwamurema, en el distrito de Kirehe, en el este de Ruanda. Desde que se unió a la cooperativa Tuzamurane, Valerie ha obtenido dinero suficiente para mantener a su familia, ampliar su casa y comprar una vaca.
"Antes de unirme a la cooperativa, mi vida era precaria. Mis ingresos eran insuficientes y no tenía perspectivas de futuro. Al entrar a formar parte, me proporcionaron capacitación, adquirí nuevos conocimientos y comencé a sentir que podía tener un gran futuro. La cooperativa me ha cambiado la vida".
"Me siento orgullosa de que la gente me respete y valore mi éxito. Lo que más feliz me hace es haberme unido a otras productoras. Cuando obtengo ingresos, me siento satisfecha. Puedo comprar las cosas que necesito sin preocupaciones".
Antes de la creación de la cooperativa, las mujeres cultivaban y vendían piñas a una escala mucho menor y a un precio más bajo, y vivían atrapadas en un círculo vicioso de pobreza. Una piña se vendía por aproximadamente 50 francos ruandeses a las entradas de las granjas y por 100 en los mercados locales. Ahora, las piñas de la cooperativa se venden por 200 francos ruandeses.
Las mujeres miembro de Tuzamurane ahora siembran y cuidan los campos de piñas tanto en sus tierras como en las de la cooperativa. Las piñas cultivadas se llevan a la cooperativa y se secan en la planta de procesado propia o se venden a Inyange para obtener zumo.
Theresie Nyirantozi, de 60 años, admira la tela que ha comprado cerca de su casa, en el distrito de Kirehe, en el este de Ruanda. Desde que se sumó a la cooperativa Tuzamurane, Theresie se siente orgullosa de no tener que pedir dinero a su marido para comprar ropa y telas.
"Cuando no podía pagar las tasas escolares y los niños no podían ir a la escuela, tenían que quedarse en casa. Esto me preocupaba mucho".
"Lo que de verdad me enorgullece es colaborar con mi marido. En mi opinión, la felicidad es sentirse a gusto en casa, recibir consejos de tu marido y también dárselos, comprenderse el uno al otro y poder disfrutar de forma equitativa de nuestros ingresos".
Tuzamurane produce 880 toneladas de piñas al año y exporta piña seca a países de toda África, e incluso a Francia. Los beneficios de las ventas se reinvierten en la cooperativa y se distribuyen entre sus miembros. Oxfam ha contribuido a establecer relaciones con bancos para que las mujeres puedan acceder a créditos para pagar sus seguros de salud y tasas escolares.
También trabajamos con la cooperativa para lograr la certificación orgánica y que, así, puedan exportar su producto. Además, estamos ampliando nuestro trabajo con otras mujeres productoras, aunque el proceso es largo y costoso. También ejercemos presión sobre el Gobierno para que flexibilice las leyes de certificación y proporcione más apoyo a los agricultores a pequeña escala, y proporcionamos capacitación para cumplir los estándares obligatorios para obtener la certificación orgánica.
Los ingresos de estas mujeres han aumentado de forma considerable y ahora pueden escolarizar a sus hijos, pagar servicios médicos, comprar terrenos, ampliar sus casas e invertir en pequeños negocios. Ya no viven atrapadas en un ciclo vicioso de falta de ingresos.
Construir un futuro mejor: imaginar un modelo económico más humano que funcione para las mujeres
Además de contribuir a la lucha contra la pobreza y la consecución de otros objetivos de desarrollo más amplios, fomentar el empoderamiento económico de las mujeres facilitando su acceso a un empleo digno y de calidad y mejorando sus medios de vida es clave para lograr que puedan disfrutar de sus derechos.
Necesitamos un modelo económico más humano, que funcione para todas las personas y no sólo para una minoría y beneficie a hombres y mujeres por igual.
Lee el informe de Oxfam “Una economía para las mujeres”
Fotos: Aurelie Marrier d'Unienville/Oxfam