Desde que el conflicto en Yemen se intensificó en marzo de 2015, más de 22 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Esta cifra equivale al 75 % de la población, el porcentaje más alto en cualquier país del mundo.
Más de la mitad de la población, 17,8 millones de personas, carece de alimentos suficientes para comer. De estos, unos siete millones se encuentran al borde de la hambruna. Además, cerca de 16 millones de yemeníes no tienen acceso a agua apta para el consumo, principalmente en las zonas rurales.
La economía del país ha quedado hecha añicos, los precios de los alimentos aumentan cada día y servicios básicos como la sanidad o la educación están al borde del colapso. Un gran número de personas han perdido sus empleos y no pueden permitirse comprar productos de primera necesidad.
Luchan cada día por sobrevivir.
Murad Hreib, de 22 años, es padre de dos niños. Antes de la guerra, vivía y trabajaba en una tienda en la ciudad de Saada. Se vio obligado a huir a la ciudad de Khamer cuando el conflicto se intensificó hace dos años.
“Cuando comenzó la guerra, se produjo un ataque aéreo contra el complejo militar que se encuentra cerca de nuestro barrio. En ese momento me encontraba en la tienda. ¡Mi esposa e hijos estaban aterrorizados! Incluso ahora, cuando oyen un avión, empiezan a gritar porque piensan que los va a atacar”, explica Murad.
Ahora trabaja conduciendo una mototaxi y gana alrededor de 800-1.000 riyales yemeníes (3-4 dólares) al día. El alquiler de la casa en la que reside junto a su familia cuesta 10.000 riyales yemeníes (40 dólares) y no tiene agua corriente, por lo que también se gasta hasta 5.000 riyales yemeníes (20 dólares) en agua cada mes.
“Conduzco todo el día y llego a casa exhausto. No tengo una fuente regular de ingresos, estoy lejos de mi hogar, de mis amigos y de mis recuerdos. Solo trato de sobrevivir”, nos cuenta.
Su familia ha recibido cupones para alimentos y transferencias de dinero en efectivo de Oxfam que le han ayudado a comprar comida para sus hijos, pero los precios siguen subiendo y casi no se puede permitir comprar productos de primera necesidad.
Ahmed Moqbeel, de 45 años, y su esposa Dolah Najee, de 40, viven en la ciudad de Khamer, en la provincia de Amran con sus ocho hijos. Ahmed trabaja como zapatero en el mercado. En un día bueno puede ganar 500 riyales yemeníes (2 dólares), aunque muchas veces vuelve a casa sin nada.
“Nuestra vida siempre había sido difícil, pero empeoró tras la guerra. Los precios de los alimentos aumentaron debido a la escasez de combustible. En el mercado, ves cuanta gente tiene dificultades para comprar comida para sus hijos,” explica Dollar.
”Cada mes, tenemos que gastar unos 11.000 YER (44 dólares) en harina y solo podemos comer pan y té”. En ocasiones Dollar mendiga pan o dinero en el mercado o el barrio. “No soporto que mis hijos pasen hambre. Me siento inútil” dice.
Oxfam les ha dado cupones para alimentos y les ha hecho transferencias de dinero en efectivo. Esto les ha permitido comprar alimentos sin endeudarse.
Aisha, de 10 años, lleva un contenedor de plástico con ropa que lava en el río y un bidón con agua potable. Vive en el pueblo de Bani Shaibah, en la provincia de Taiz. Su padre está desempleado y su madre trabaja para una familia rica del pueblo para, así, poder ganar dinero para comida.
Aisha no puede ir al colegio porque su familia es pobre y depende de ella para lavar la ropa y recoger agua del pozo, que está a media hora de su casa.
Su familia forma parte de una comunidad en situación de exclusión de Yemen donde son víctimas de la discriminación racial. Sin ninguna fuente de ingresos, dependen exclusivamente de la caridad y la ayuda humanitaria para sobrevivir. Los niños no pueden ir al colegio porque la familia no puede permitirse pagar las tasas escolares ni el material necesario. Oxfam les proporciona ayuda para poder comer, así como artículos de higiene.
Kadafish Omar, una viuda de 62 años, vivía en Saada - cerca de la frontera con Arabia Saudí - con sus seis hijas. La primera vez que tuvo que desplazarse fue al campo para desplazados internos de Al-Mazraq, en Haradh, en el año 2008. Residió allí durante ocho años. Cuando la coalición encabezada por Arabia Saudí bombardeó el campo en 2014, tuvieron que huir a otro en la provincia de Hajjah.
“Tengo la presión arterial alta, pero no puedo permitirme ir al médico. Y cada vez me encuentro peor porque solo como pan y té, no comida sana. Mis hijas tienen miedo de los ataques aéreos. No han ido al colegio desde que nos tuvimos que desplazar.”
Kadafish es una de las 45.000 personas de Abs que ha recibido 24.500 riyales yemeníes en metálico (unos 100 dólares) por parte de Oxfam para poder comprar comida. “Llevamos ocho años luchando por obtener comida. Mis hijas y yo tratamos de ahorrar comida para que esta nos dure lo máximo posible hasta que una organización nos da otra cesta con alimentos. Pero a veces solo nos llega una cada tres meses”.
Fotos: Moayed Al-Shaibani y Abdulnasser Alhaj / Oxfam
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Desde julio de 2015 Oxfam ha ayudado a más de 2,8 millón de personas en Yemen proporcionándoles agua y saneamiento, ayuda financiera y cupones para alimentos.
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