En 2011, Somalia experimentó una devastadora hambruna que se cobró la vida de más de 250 000 personas, la mitad de ellas menores de cinco años. A pesar de las repetidas señales que alertaban de una crisis inminente, la comunidad internacional no actuó a tiempo.
Tras la tragedia, los actores regionales e internacionales se comprometieron a evitar que la próxima crisis se convirtiera en una nueva hambruna. La próxima vez, el mundo reaccionaría ante las alertas y respondería a tiempo.
Sin embargo, poco más de una década después, las y los líderes mundiales vuelven a tomar medidas insuficientes y tardías para evitar una catástrofe alimentaria en África Oriental. A pesar de las diversas señales de alerta y las alarmas de los últimos dos años, una vez más, están esperando a que la crisis se desencadene antes de proporcionar los recursos urgentemente necesarios para ampliar una respuesta que salve vidas.
Una crisis que se puede evitar
La crisis que actualmente asola el Cuerno de África se ha estado gestando durante más de dos años. No es ni nueva, ni una sorpresa. La sequía, agravada por el cambio climático, es un costoso fenómeno que lleva repitiéndose de forma habitual desde hace 10 años. Cada vez más graves y largas, esta es la peor en 40 años. Sin embargo, la región es una de las menos responsables del cambio climático, pues apenas emite el 0,1 % del total de las emisiones de carbono globales.
La sequía, unida a los conflictos que han obligado a muchas personas a abandonar sus hogares y a la crisis económica provocada por la COVID-19, ha diezmado las reservas económicas, además de la capacidad de las personas para hacer frente a las crisis. Casi la mitad del ganado en África Oriental ha muerto. Además, el conflicto en Ucrania ha provocado el mayor aumento de los precios de los alimentos jamás registrado, haciendo que estos queden fuera del alcance de los bolsillos de millones de personas.
El número de personas que padece un nivel crítico de hambre en Etiopía, Kenia y Somalia se ha duplicado con creces desde 2021, pasando de 10 millones de personas a más de 23 millones en la actualidad. Casi medio millón está al borde de la inanición.
Se estima que en toda la región:
El hambre podría estar cobrándose una vida cada 48 segundos.
Se prevé que 5,7 millones de niñas y niños sufrirán desnutrición aguda en 2022.
350 000 niños y niñas somalíes morirán para el verano si no se toman medidas inmediatas.
El hambre es un fracaso político
Una década después de que Gobiernos, donantes y organizaciones humanitarias dijeran que no permitirían que se volviera a producir una hambruna, se prevé que 181 millones de personas padecerán niveles de hambre críticos, o incluso más graves.
Esto no es consecuencia de un fallo en los sistemas de alerta. Se debe a la falta de voluntad política. Falta de voluntad para abordar el conflicto, facilitar el acceso humanitario, tomar medidas urgentes para afrontar la crisis climática, para traspasar poder a las organizaciones locales y proporcionar recursos que sabemos que son necesarios.
"La gente no se muere de hambre porque en el mundo falte comida o dinero, sino por una absoluta falta de voluntad política".
Ante la escalada de las necesidades, ya no podemos permitirnos esperar a que se produzca una situación de emergencia. Los Gobiernos y los actores internacionales deben trabajar junto a las comunidades afectadas para prepararse y responder ante los riesgos, en lugar de esperar a que las crisis se descontrolen.
Es inaceptable esperar a que millones de niñas y niños se encuentren en situación de desnutrición, sin poder asistir a la escuela, o a que las familias hayan perdido sus medios de vida y activos vitales cuando las señales de alerta son visibles con tanta antelación, y cuando conocemos todos los beneficios, tanto en términos económicos como de vidas humanas, de actuar de forma preventiva.
No es demasiado tarde para evitar una catástrofe
Hace una década dijimos "nunca más" al hambre. Para los millones de personas que, una vez más, se encuentran al borde de la inanición, hemos incumplido nuestra promesa. Ahora debemos responder, conforme a las necesidades, para evitar una mayor tragedia.
Aún podemos actuar y evitar que la situación se convierta en una catástrofe de enormes dimensiones. Apoya el trabajo de Oxfam para proporcionar ayuda vital a quienes más la necesitan.