Los servicios públicos universales tienen un poder incomparable para combatir la pobreza y reducir las desigualdades. Son los cimientos de las sociedades libres y justas.
Sin embargo, en demasiados países, recibir una buena educación o una atención médica de calidad es un lujo que solo las personas ricas pueden permitirse. En todo el mundo, 262 millones de niños no asisten a la escuela. 10 000 personas mueren cada día porque no pueden acceder a atención médica básica.
Profesionales de la salud y la educación públicas como Nellie y Dorra son el eje de servicios públicos de calidad que, con su dedicación, ayudan a las personas en mayor situación de pobreza. Lee sus historias y descubre cómo combaten la desigualdad todos los días.
“Muchos niños y niñas tienen que recorrer grandes distancias para venir a la escuela. Muchos vienen con el estómago vacío.”
"Mi padre nos sirvió de inspiración a mí y a mis hermanas para hacernos profesoras. Llevo 19 años enseñando en una escuela de educación secundaria de mi comunidad. Mis alumnos y alumnas provienen de familias muy pobres. Muchos tienen que recorrer grandes distancias para venir a la escuela o vienen con el estómago vacío. No tenemos suficientes libros de texto y las aulas y los materiales didácticos están en muy mal estado."
"Durante mis años como profesora, he conocido a muchísimos niños y niñas muy inteligentes, con calificaciones por encima de la media, a pesar de venir de entornos pobres. Recuerdo a Chimwemwe Gabisa, que era brillante en matemáticas, la mejor alumna que he tenido. Terminó la secundaria, pero no pudo permitirse ir a la universidad porque no tenía dinero."
"Si tuviéramos más dinero, podríamos mejorar mucho nuestra escuela. Podríamos dar de desayunar a los alumnos y alumnas, y libros de texto. Podríamos ayudarles a cubrir necesidades básicas como los uniformes escolares y otros materiales, como los cuadernos de ejercicios. Así, por lo menos tendrían más oportunidades en la vida.” (Foto: Watipaso Kaliwo)
“Si el niño no hubiera recibido el tratamiento, podría haber perdido la vista.”
"Un niño con una úlcera corneal vino a mi consulta. Vivía con sus abuelos porque sus padres habían fallecido y necesitaba un tratamiento costoso. Cuando le dimos una receta a su abuela de 80 años para que la llevase a la farmacia, rompió a llorar diciendo que se ganaba la vida vendiendo verdura y caracoles y que no tenía dinero suficiente."
"Me organicé con el resto del personal del hospital para pagarle el tratamiento. Su abuela nos trajo fruta y una cesta de caracoles para darnos las gracias a todo el personal de la clínica. De no haber recibido el tratamiento, el niño podría haber perdido la vista”.
Lê thị Cẩm Thanh lleva 25 años ejerciendo la medicina y esforzándose por construir un sistema de asistencia médica primaria de calidad. Sin embargo, le preocupa el futuro. Los salarios en la sanidad pública son bajos. Además, las deudas en las que el personal incurre al cursar sus estudios y la discriminación hacia las mujeres profesionales de la medicina son barreras que impiden el acceso universal a los servicios de salud. Es consciente de que el Gobierno debe ser el principal proveedor de asistencia médica a las personas en situación de pobreza. "Es el actor que puede proporcionar la asistencia necesaria". (Foto: Tran Loc)
“Trabajo para mejorar el autoestima de mis estudiantes y que se sientan seguros.”
Cuando Betty llegó por primera vez a la escuela de Palca, una comunidad rural a 40 km de La Paz, encontró a estudiantes que no sabían leer ni escribir aun llevando escolarizados cuatro años. Algunos niños y niñas tenían que trabajar además de estudiar. Algunos tenían que caminar dos horas para venir a la escuela y otros estaban desnutridos.
"Nos faltan recursos; no tenemos el mobiliario ni los materiales adecuados. Además, muchos niños y niñas de las zonas rurales consideran que se les menosprecia y se sienten inferiores, y esto impide que alcancen el nivel esperado. Trabajo con ellos para mejorar su autoestima, sepan que también tienen algo que aportar, y para que participen y pierdan el miedo a hablar".
Betty se enfrenta a innumerables retos para ayudar a sus alumnos y alumnas. Sin embargo, ha visto mejoras en el modo en que el Gobierno gestiona la educación, respetando la diversidad del alumnado y los diferentes estilos de aprendizaje. Se ha logrado reducir la tasa de abandono escolar gracias a un nuevo programa de becas que proporciona ayudas por cada año cursado (para la compra de uniformes y material escolar). (Foto: Alexandre Laprise)
“Mi rol como médica era insuficiente. Me convertí en una especie de trabajadora social.”
Dorra, que lleva 23 años ejerciendo la medicina, escogió trabajar en un centro de salud materno infantil llamado PMI Mellassine. El centro se encuentra en Cité Hellal, un barrio desfavorecido y peligroso de Túnez. Estaba empeñada en mejorar la atención materno-infantil, pero se desanimaba con frecuencia por la falta de presupuesto, medicamentos, equipamiento e interés por parte del ministerio.
"Si quería ayudar a los vecinos y vecinas de este barrio, mi labor como médica no bastaba, por lo que me convertí en una especie de trabajadora social. Tuve que movilizar a empresas para que donasen pañales, leche y material escolar para las familias más necesitadas. En 2014, el ministro de Sanidad visitó nuestro centro y le recordé que el sector de la sanidad pública se había construido gracias al esfuerzo de varias generaciones y que no debía dársele la espalda, sino que había que prestarle apoyo para hacer efectivo el derecho constitucional a la salud."
"Tres días después, me citaron en el ministerio para presentar mi plan de mejora del centro. Aunque han sido necesarios cuatro años de consultas, progresos y esfuerzos ante obstáculos de carácter financiero y la corrupción, a día de hoy, el PMI Mellassine se ha convertido en un centro modelo de atención integral a pacientes. El centro se ha convertido en un lugar de refugio para las personas". (Foto: Slim Boussoffara)
Podemos cambiarlo
La creciente desigualdad está socavando la lucha contra la pobreza, y muchos gobiernos están empeorando la situación. No logran garantizar que los más ricos paguen los impuestos que en justicia les corresponden, mientras que no hay fondos para servicios públicos vitales como la salud y la educación. Y son las personas en mayor situación de pobreza las que más sufren.
La desigualdad no es inevitable. No hay una ley que diga que los más ricos deberían enriquecerse cada vez más mientras que las personas que viven en la pobreza mueren por falta de medicamentos.
Únete a nuestra campaña y redoblemos nuestros esfuerzos para acabar con la desigualdad y poner fin a la pobreza de una vez por todas.