Por qué el continente debe hacer frente a la desigualdad ahora
Asia se encuentra en una encrucijada. El aumento de la desigualdad constituye una grave amenaza para logra runa prosperidad duradera en Asia, donde se calcula que 500 millones de personas, en su mayoría mujeres y niñas, siguen atrapadas en una situación de pobreza extrema. La enorme brecha entre ricos y pobres obstaculiza el crecimiento económico, socava las instituciones democráticas y puede desencadenar conflictos.
Si los responsables políticos de Asia se aferran a realidades del pasado, esperando contra toda esperanza que la expansión de la economía “filtre” la riqueza al conjunto de la sociedad, estarán poniendo en riesgo el bienestar de toda la ciudadanía. Sin embargo, si demuestran ser gobernantes valientes, dispuestos a abordar de frente el problema de la desigualdad, serán capaces de garantizar un avance constante hacia un desarrollo inclusivo y sostenible para toda la población de Asia.
Oxfam hace un llamammiento a los gobiernos de Asia para garantizar un futuro de prosperidad y estabilidad en la región, es necesario que se emprendan de forma inmediata y decidida medidas para luchar contra la discriminación, que deben unirse a una mejora de las políticas fiscales y de gasto público.
Medidas concretas del informe
Oxfam recomienda priorizar cinco:
- El empoderamiento de la ciudadanía: Garantizar que las personas pobres, especialmente las mujeres y los colectivos excluidos, participen activamente en el diseño de las instituciones y la elaboración de políticas y medidas, a fin de que éstas no contribuyan a ampliar la brecha entre ricos y pobres.
- El acceso equitativo a los servicios básicos: Ofrecer a toda la población servicios sanitarios y educativos públicos, gratuitos y de buena calidad.
- El acceso equitativo a la tierra y a otros recursos productivos: Fortalecer el derecho de las personas pobres a la tierra, así como ampliar su acceso a los recursos y bienes esenciales para sus medios de vida y supervivencia.
- Unos salarios justos: Garantizar una remuneración igual por el mismo trabajo, así como el pago a los trabajadores de salarios dignos que permitan prosperar a las familias.
- Una fiscalidad justa: Garantizar que todas las personas paguen los impuestos que les corresponden, y que no se imponga una carga fiscal excesiva a los colectivos más pobres de la sociedad.