Un año y medio después del comienzo de la pandemia, las muertes por hambre superan a las provocadas por el virus. Los conflictos armados, las alteraciones económicas provocadas por la pandemia y la creciente crisis climática han agravado la pobreza y la catastrófica situación de inseguridad alimentaria en las zonas con más hambre en el mundo, creando a su vez nuevos núcleos de hambre.
Las estimaciones apuntan a que, probablemente, 11 personas estén muriendo cada minuto a causa del hambre extrema provocada por la combinación letal de los conflictos, la Covid-19, y la crisis climática. Este ritmo superaría la actual tasa de mortalidad de la pandemia, que es de siete personas por minuto.
A menos que los Gobiernos actúen de forma urgente para abordar la inseguridad alimentaria y sus causas, lo peor está aún por llegar. Deben centrar sus recursos en financiar sus sistemas de protección social, así como programas que aborden las necesidades de las personas vulnerables y permitan salvar vidas de manera inmediata, en lugar de destinarlos a comprar armas, que perpetúan los conflictos y la violencia.