Mientras los ministros de Asuntos Exteriores se reúnen en Londres en una importante conferencia sobre Afganistán, las principales agencias de ayuda humanitaria en la zona advierten que las fuerzas militares internacionales utilizan la provisión de ayuda como un arma “no letal” de guerra, lo que genera incluso mayores riesgos para la vida de los afganos.
El manual de las fuerzas armadas estadounidenses para la comandancia en Afganistán e Irak define la provisión de ayuda humanitaria como un arma no letal destinada “a ganar los corazones y conciencias de la población local quien será más receptiva a colaborar en la lucha contra los insurgentes”. El gobierno afgano estima que las fuerzas armadas internacionales han dispuesto hasta el momento 1.700 millones de dólares americanos en concepto de “ayuda” para Afganistán. El ejército de Estados Unidos ha dispuesto, por su parte, una dotación de 1.000 millones de dólares más para el año que viene, una aportación que supera el presupuesto nacional afgano para la agricultura, la sanidad y la educación en conjunto.
Las ocho agencias de ayuda humanitaria que recelan esta situación, temen que la militarización de la provisión de ayuda coloque a las personas corrientes en primera línea del conflicto. Los afganos aseveran que con la ayuda que proviene de los militares corren un mayor riesgo, ya que las escuelas y centros médicos que construyen suelen convertirse en los objetivos de las facciones armadas contrarias.
Las agencias de ayuda humanitaria dicen que los proyectos de “impacto rápido” son más bien un remiendo temporal que una solución de desarrollo sostenible. La ayuda humanitaria y actividades de desarrollo provistas por las fuerzas militares están dirigidas por las motivaciones políticas de los donantes y establecen objetivos de seguridad a corto plazo, hecho que suele resultar ineficaz, un desperdicio de esfuerzos y recursos, y que incluso se vuelve potencialmente peligroso para los afganos.
Las directrices internacionales acordadas por la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) y las Naciones Unidades establecen que “las fuerzas militares son las primeras responsables en la provisión de la seguridad y, en caso de ser necesario, de las infraestructuras de base y asistencia necesaria para la reconstrucción urgente, supliendo todos los medios necesarios hasta que las organizaciones de la sociedad civil sean capaces de asumir el relevo”.
Pero las agencias de ayuda humanitaria que denuncian esta situación aseguran que las fuerzas armadas se extralimitan en estos cometidos. Ashley Jackson, responsable de incidencia política de Oxfam Internacional en Afganistán afirmaba que “no existen los 'remiendos rápidos' para Afganistán y nadie debería recortar costes, ya que el pueblo afgano se merece más que eso. Los afganos han soportado decenios de una desgastadora pobreza, conflictos armados y caos por doquier, por lo que necesitan soluciones reales y a largo plazo”.
Estas agencias de ayuda humanitaria lanzan un llamamiento a los 70 países que participan en la conferencia que tendrá lugar mañana en Londres para que se vuelvan a plantear la forma en que las fuerzas armadas distribuyen la ayuda humanitaria y para que se centren en estrategias de asistencia a largo plazo, dando solución a las verdaderas necesidades de los afganos. Estas mismas agencias aseveran que el reparto de la ayuda va siempre a favor de aquellas zonas del país con mayor presencia de tropas y no donde más se necesita. No se están teniendo en cuenta las necesidades de las personas que viven en zonas con un mayor nivel de seguridad o de poblaciones en una situación más vulnerable, sobre todo en el caso de los afganos desplazados por el conflicto y de otros como los que regresan a lo que antes fueron sus hogares y pueblos.
“Conseguir que prospere el desarrollo es una tarea especialmente compleja aquí. El desarrollo no se consigue, ni siquiera la seguridad, sólo con excavar un pozo o construir una escuela. No puedes pretender arreglar el país en tan sólo 18 meses con una mayor inversión económica”, afirmaba G.B. Adhikari, director nacional de ActionAid.
Las agencias explican que durante los últimos ocho años ha habido avances significativos en determinadas zonas en concepto de sanidad, educación y creación de infraestructuras rurales, logros basados en las necesidades de los afganos, que fueron planificados con celo por expertos en desarrollo y puestos en marcha en cooperación con las comunidades y gobiernos locales.
La excesiva influencia de los proyectos militares a corto plazo en las políticas de provisión de ayuda humanitaria se explica como resultado de una estrategia profundamente deficiente por parte de los Estados Unidos. “Los países que aportan fuerzas armadas ponen demasiado énfasis en los asuntos de índole militar y descuidan otros desafíos fundamentales como la promoción de medidas de desarrollo auténticas y de buenas prácticas gubernamentales”, señalaba Farhana Faruqi-Stocker, directora general de Afghanaid “Este tipo de desequilibrios son importantísimos, y no sólo por el coste en número de vidas humanas que puedan suponer, sino porque la pobreza, y los gobiernos débiles y corruptos están entre los factores principales en la generación de conflictos, por lo que resulta esencial afrontarlos para poder garantizar una paz duradera y un desarrollo sostenible”.
Notas para editores
1. El título del informe es “Quick Impact, Quick Collapse: The Dangers of Militarized Aid in Afghanistan”. Las agencias que suscribieron dicho informe fueron: Action Aid, Afghanaid, CARE, Christian Aid, Concern Worldwide, Norwegian Refugee Council, Oxfam y Trocaire. El autor del informe es Ashley Jackson, responsable de incidencia política de Oxfam Internacional en Afganistán
2. El manual de las fuerzas armadas estadounidenses, hace referencia a “las dotaciones económicas como un arma” en la Guía para la comandancia.
1. El título del informe es “Quick Impact, Quick Collapse: The Dangers of Militarized Aid in Afghanistan”. Las agencias que suscribieron dicho informe fueron: Action Aid, Afghanaid, CARE, Christian Aid, Concern Worldwide, Norwegian Refugee Council, Oxfam y Trocaire. El autor del informe es Ashley Jackson, responsable de incidencia política de Oxfam Internacional en Afganistán
2. El manual de las fuerzas armadas estadounidenses, hace referencia a “las dotaciones económicas como un arma” en la Guía para la comandancia.