
Ayul Ajak, una madre de seis hijos que tiene una discapacidad visual, juega con su hijo en su casa improvisada de Renk, en Sudán del Sur, tras huir de su hogar en Sudán. (Crédito de la foto: Herison Philip Osfaldo/Oxfam)
Autora: Fatuma Noor
La prolongada guerra en Sudán tiene graves efectos físicos, emocionales y de salud en millones de personas, que huyen del país en busca de paz y seguridad.
Con su historia, Ayul Ajak —una madre de seis hijos de 33 años que tiene una discapacidad visual— pone de relieve los problemas a los que se enfrentan las comunidades vulnerables a causa del actual conflicto en Sudán. Ayul llevaba una vida normal: trabajaba en una fábrica de galletas de Omdurman, el segundo suburbio más poblado de Jartum, en Sudán.
De repente, el 2 de octubre todo cambió. Un conflicto que llevaba meses agravándose en todo el país se desató en su pueblo, e intentó mantener a salvo a su familia.
"Estábamos escondidos, pero cuando llegó la guerra, tuve que escapar con mis hijos. Mi marido no pudo acompañarnos porque no teníamos suficiente para su billete de transporte; vine con mis hijos y mi hermana, que me había ayudado durante el viaje."
A primera vista, Ajak podría parecer una madre cualquiera que juega dulcemente con su hijo de dos años. Sin embargo, su ceguera resulta evidente enseguida. A finales de 2022, sufrió una grave crisis de salud que la dejó ciega, algo que cambiaría su vida para siempre.
"Empezó con un fuerte dolor de cabeza, y cada vez tenía más dificultades para ver", explica Ajak.
Al principio, los médicos de Sudán se mostraron optimistas, y su vista empezó a mejorar, hasta parecía que podía recuperarse por completo. Pero entonces llegó la guerra. "Iba a mejor, pero el conflicto ha provocado que empeore porque no puedo acceder al tratamiento. Había empezado a ver de nuevo; borroso, pero podía ver. Ahora no veo nada", explica Ajak.
Ayul, que actualmente vive en un campo de personas refugiadas en Sudán del Sur, es una de las muchas personas en situación de vulnerabilidad que reciben ayuda de Oxfam, mientras que sus hijos de 12 y 9 años, especialmente el mayor, deben asumir ahora el papel de cuidadores.
"Recibo asistencia mensual en forma de dinero en efectivo, y también cubos, kits de higiene femenina y jabón de Oxfam, que me han ayudado desde que llegué; pero al ser una familia de seis, me gustaría hacer algo más para alimentar a mis hijos", explica.
La mayoría de las personas que se encuentran aquí pueden recolectar leña o agua para su familia, pero Ajak no. "Por ahora, me quedo en casa y mis hijos me ayudan cuando me tengo que mover. Mi hija mayor va a buscar agua, y yo ayudo a cuidar a los más pequeños. Me preocupa mi hija cada vez que sale de casa, los caminos no son seguros".
A pesar del apoyo que recibe, el campo se encuentra en condiciones extremas, como el acceso limitado a agua, atención médica e instalaciones de higiene. Ajak y miles de personas refugiadas y retornadas viven hacinadas en tiendas de campaña con muy pocos alimentos para sus hijos. Además, quienes tienen necesidades especiales se enfrentan a retos aún mayores en estas circunstancias tan adversas.
En el caso de Ajak, su esperanza es recibir tratamiento y poder revertir su ceguera, pero las posibilidades son escasas debido a la falta de instalaciones médicas para personas refugiadas y retornadas, y del sistema de atención médica de Sudán del Sur.
La guerra le ha arrebatado la visión y la estabilidad, pero no la esperanza. Sueña con regresar algún día a Sudán, reunirse con su familia, reanudar su tratamiento y volver a trabajar en la fábrica de galletas. Sin embargo, el transcurso del conflicto hace que sus sueños se desvanezcan.
"Tengo dos deseos—uno es lograr la paz, para que podamos volver a llevar una vida normal. El otro es reanudar mi tratamiento para poder cuidar de mis hijos."
La historia de Ayul nos muestra la dureza de los efectos que sufren las personas con discapacidad en las zonas en conflicto. Muchas de ellas ya se encuentran en situación de vulnerabilidad incluso antes de una guerra, pero los horrores del conflicto les provocan sufrimiento físico, emocional y de salud para toda la vida.
Oxfam también ha proporcionado sillas de ruedas a personas con problemas de movilidad para ayudarles a acceder a servicios esenciales como la distribución de ayuda en efectivo, así como jabón, cubos, kits de higiene femenina y servicios de protección, garantizando que sus necesidades inmediatas se cubran de forma digna y atendiendo a los cuidados.