Sobrevivir y sobreponerse ante la pérdida Los efectos de la guerra de Sudán

The son of Nadia Zahad, a refugee from the Sudan war, proudly displays his artwork created at a child-friendly center in Renk. The center provides a safe space for children to play and express themselves through art.

El hijo de Nadia Zahad, una refugiada de la guerra de Sudán de 35 años, muestra con orgullo sus obras de arte creadas en un centro infantil de Renk. El centro ofrece un espacio seguro para que las y los niños jueguen y se expresen a través del arte. (Crédito de la foto: Herison Philip Osfaldo/Oxfam)

Autora: Fatuma Noor

Al entrar en uno de los abarrotados centros de tránsito de Renk, en Sudán del Sur, nos recibe Ismail, un alegre niño de cinco años. Su brillante camiseta roja de fútbol y su espíritu alegre nos hacen olvidar los horrores que le rodean por un momento: la historia de su familia es la de una pérdida inimaginable. 

Su madre, Nadia Zehad, de 35 años, parece todo lo contrario a él: va vestida con un largo vestido negro y un hiyab verde. Su rostro está marcado por la tristeza y el dolor. Cuando Ismail la ve, corre a abrazarla. 

Nadia nos invita a su modesta casa, que cuenta con una cama individual, una bolsa de ropa y unos pocos utensilios de cocina. Llegó a Renk hace seis meses huyendo de los horrores de la brutal guerra de Sudán, y ahora es una persona refugiada. Trabajaba en una escuela de Sudán y conseguía mantener a su familia con lo que ganaba. Pero un día, toda su realidad cambió por completo. 

Nadia Zahad, a refugee from the Sudan war, recounts how she lost her entire family to the conflict. Now displaced in South Sudan, she is focused on rebuilding her life with her son, Ismail.

Nadia Zahad, refugiada de la guerra de Sudán, relata cómo perdió a toda su familia a causa del conflicto. Ahora se encuentra desplazada en Sudán del Sur, donde se centra en reconstruir su vida junto a su hijo, Ismail. (Crédito de la foto: Herison Philip Osfaldo/Oxfam)

"Escapábamos de la guerra a nuestro alrededor planeando nuestra huida. De la noche a la mañana, me quedé sin nada. Los soldados que habían ocupado nuestro pueblo rompieron las puertas y mataron a toda mi familia: a mi marido, a mi hijo de 15 años y a mi hija de 14".

Nadia Zahad, refugiada de la guerra de Sudán

"Yo estaba en otra habitación. Cuando cesaron los disparos, salí y encontré sus cuerpos sin vida. Pero no tuve tiempo para llorarlos, ni para enterrarlos, porque los soldados tomaron la ciudad y tuvimos que huir", añade. 

Nadia no pudo ponerse en contacto con su familia dado que no tenía acceso a una red telefónica. Empaquetó lo poco que pudo y escapó con su único hijo con vida para emprender un viaje, que duró cinco días, hasta Jodah, el paso fronterizo con Sudán del Sur. El trayecto fue especialmente duro, ya que Nadia estaba embarazada de seis meses, y de gemelos.

"Durante el viaje, tuvimos que escondernos, correr, e incluso pagar sobornos a los soldados que vigilaban las carreteras. Al ir con mi hijo y estar embarazada de gemelos, el camino no fue nada fácil, pero debía asegurarme de que mis hijos sobrevivieran". 

Por desgracia, Nadia perdió a los bebés durante el viaje a Renk, a causa del estrés, el hambre y la falta de asistencia médica. 

"Perdí a mis hijos no nacidos, pero seguí adelante por mi hijo Ismail", dice. "Él es la única razón por la que me mantengo con vida. No pude salvar al resto de mi familia, pero estoy decidida a mantenerlo a salvo a él". 

Para salir adelante, Nadia vendió la ropa y el teléfono que se había llevado, y raciona cuidadosamente la poca ayuda que recibe. Ismail pasa el día en un espacio infantil del campamento, donde juega con otras niñas y niños. "Sólo comemos desayuno y cena", dice. "Así es como sobrevivimos". 

La historia de Nadia es similar a la de innumerables personas del centro de tránsito de Renk, donde más de 20 000 personas refugiadas y retornadas —que huyeron originalmente de la guerra en Sudán del Sur, para volver a ser desplazadas en Sudán— han buscado refugio. El centro de tránsito, que ahora alberga a un número de personas que supera cinco veces el límite de su capacidad, está lleno de mujeres y niñas y niños que sufren los efectos de los cerca de 600 días de guerra en Sudán. Muchas personas, como Nadia, llegaron traumatizadas, heridas y hambrientas. Cerca de un millón de personas han huido de Sudán desde que comenzó el conflicto hacia Sudán del Sur, un país que ya hacía frente a múltiples crisis que han provocado que más del 80 % de la población necesite asistencia humanitaria urgente. 

Ayuda de Oxfam a las personas refugiadas

En Renk, Nadia recibió asistencia en efectivo de Oxfam, así como cubos, kits de higiene femenina y suministros básicos para poder reasentarse y comenzar su nueva vida como refugiada.

"La vida no es fácil aquí, pero es más segura. Tenemos baños y lavabos, y recibo un poco de asistencia en efectivo de Oxfam, con la que puedo comprar algo de comida para mi hijo".

Oxfam en Sudán del Sur ha construido más de 260 letrinas e instalado los sistemas de suministro y distribución de agua de emergencia. Además, Oxfam también ha ofrecido apoyo para la construcción de duchas, que permiten que las personas puedan ducharse dignamente. 

A finales de 2024, Oxfam había ayudado a más de 140 000 personas que cruzan la frontera y buscan refugio en Sudán del Sur a través de la distribución de agua potable, ayuda en efectivo, kits de higiene femenina y jabones, entre otros. 

Sobreponerse a la guerra

Para sobreponerse a la desgracia, Nadia acude a un centro de asesoramiento para mujeres, donde las mujeres que han perdido a su familia se reúnen para compartir el dolor y buscar apoyo mutuo. "Es un espacio para que todas podamos conversar, llorar y recordarnos que estamos juntas durante uno de los momentos más duros de nuestras vidas", explica Nadia. 

Nadia Zahad, a refugee from the Sudan war stands outside her makeshift home in Renk, South Sudan.

Nadia Zahad, de 35 años, refugiada de la guerra de Sudán, frente a su casa provisional en Renk, Sudán del Sur. (Crédito de la foto: Herison Philip Osfaldo/Oxfam)

Tras más de un año desde el comienzo de la guerra, las mujeres y las niñas y niños sufren los peores efectos de la crisis. Millones de niñas y niños en edad escolar no reciben educación, y las mujeres denuncian casos generalizados de violencia sexual en Sudán. 18 millones de personas padecen hambre severa, una cifra que aumentará a medida que se acerca el próximo período de escasez de alimentos. 

Para Nadia, el futuro sigue siendo incierto. Aunque siente un profundo amor por su país, las cicatrices de su pérdida son demasiado profundas para imaginar un posible regreso en un futuro próximo. Sus esperanzas se centran en su hijo, para el que sueña con una vida mejor, una en la que pueda recibir una educación y la oportunidad de desarrollar su potencial como futbolista y salir de la pobreza. 

Cerca de 600 días después del comienzo del conflicto, tres millones de personas han logrado escapar del grave conflicto de Sudán, refugiándose en los países vecinos. El conflicto sigue activo, y miles de personas continúan desplazándose todos los días.